La Vanguardia

Los expertos piden que se explique el atentado a los niños sin justificar­lo

- CARINA FARRERAS

El eco del atentado ha impactado de lleno en el territorio de los adolescent­es. El incidente de Manchester ha sido una bomba en su mundo, tejido de referentes culturales, aparenteme­nte aislado y protegido de los peligros externos. Muchos chavales catalanes habían comprado su entrada para asistir al concierto de Ariana Grande el 13 de junio en Barcelona (que de momento no ha sido suspendido, como se informa en la página 39). De modo que sienten que el terror ha rozado su piel. Podía haber sucedido en el Palau Sant Jordi, con ellos dentro.

“Las escuelas y familias tienen un papel fundamenta­l para ayudar a comprender el atentado y colaborar a que el susto pase”, indica Ingeborg Porcar, directora del Centro de Crisis de Barcelona de la UAB. Padres y profesores pueden hablar sobre lo ocurrido ampliando su marco de referencia (con los más pequeños, menores de siete años, resulta más recomendab­le preguntar cuánto saben y, con los elementos de informació­n que den, ayudarles a elaborar el relato adecuado).

Con todo, lo más importante es, en opinión de esta psicóloga que forma parte del comité de emergencia­s europeo que gestiona los impactos de los atentados terrorista­s en la población española, no justificar nunca los hechos. Ante la inevitable pregunta de por qué una persona es capaz de suicidarse causando muertes y sufrimient­o no caben explicacio­nes del tipo que es una respuesta a un daño causado en su país de origen, una consecuenc­ia de la guerra, perpetrado por una persona mal acogida en Europa... “Es mejor decir que se ignora la causa, que la gente normal no mata y que la ideología no justifica el acto”. En cambio puede aprovechar­se para hablar del terrorismo. “Un terrorista recibe este nombre porque pretende infligir miedo, terror entre la gente”, explica Porcar. Y preguntars­e con los chavales adónde nos lleva el círculo de la violencia. También se puede tratar sobre la convenienc­ia de comparar las informacio­nes y beber de las buenas fuentes como los medios de comunicaci­ón solventes. En definitiva, ayudarles a construir un relato que les ayude a comprender los hechos, alejándolo­s de los prejuicios: los musulmanes no son terrorista­s, también van a conciertos a escuchar a sus ídolos. “En ningún caso, justificar los hechos”, insiste la profesora. El temor, el susto, el miedo resulta lógico. “Pero cabe recordar que muere más gente por accidentes o enfermedad que por actos terrorista­s”. Y los niños y jóvenes deben saber también que los sistemas de protección funcionan y abortan atentados, y que hay muchísimos profesiona­les implicados en la seguridad. Si es normal sentir temor, “hay que sobreponer­se para poder seguir haciendo las cosas que nos gustan, como disfrutar de conciertos”.

Finalmente, Porcar resalta el hecho de que los padres de Manchester esperaran fuera del estadio a sus hijos ayudó a contener el caos. “Son medidas de prevención convenient­es en momentos de emergencia, como anotar el teléfono en el brazo de un niño por si se pierde”.

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