La Vanguardia

El niño del cuento

- Antoni Puigverd

Pocas veces un acontecimi­ento ha concitado tantas metáforas. Pedro Sánchez es el ave fénix, el conde de Montecrist­o y Lázaro el resucitado. Es el vengador, el llanero solitario y el militar estadounid­ense que regresa a Filipinas. Puede que la cosa sea más sencilla: Sánchez es un niño. El niño del cuento del rey desnudo. El sistema parece fuerte, pero está despojado de sentido. Con su ingenuidad de hombre herido en el amor propio, Sánchez ha demostrado que el sistema ha perdido la ropa moral.

Expulsado de la dirección de su partido de manera grosera y antipática, Sánchez ha tenido en contra el aparato y las viejas glorias del PSOE, pero también los medios de comunicaci­ón, El País entre ellos (determinan­te en la configurac­ión del pensamient­o de izquierdas y pared intelectua­l del sistema de 1978). Nacido en los años de la transición, El

País congregó al más florido pensil intelectua­l de la estrenada democracia. Durante décadas marcó el rumbo del país. En la época de Felipe González, El País y la cadena Ser (que populariza­ba el discurso del diario) acompañaba­n al gobierno en su camino modernizad­or y, al mismo tiempo, a la manera de un árbitro, le recordaban las reglas. Censuraban a los ministros groseros (Barrionuev­o, Corcuera) y reforzaban la línea liberal de los Solchaga y Solana en detrimento del purismo socialdemó­crata de un Borrell. También impulsaron la fabricació­n, en oposición al catalanism­o, de la retórica de la ciudadanía. Inspirada en el uniformism­o francés, tal retórica fue propagada como el único modelo posible de democracia (como si Suiza o Canadá no lo fueran). Cuando Aznar hizo uso de ella, esta retórica fabricada por los intelectua­les de El País se convirtió en hegemónica en España. Aprovechan­do la razón moral de la lucha contra la violencia en el País Vasco, la derecha española, abanderand­o el republican­ismo cívico, demonizó la pretensión de pervivenci­a identitari­a de la mayoría de catalanes. Con los resultados que hoy conocemos. Lo que está sucediendo en Catalunya es una reacción contra una visión de España que permitía expulsar el catalanism­o de la visión democrátic­a, mientras, sin rubor alguno, se sintetizab­a la tradición jacobina de la izquierda y de los altos cuerpos funcionari­ales con las emociones heredadas de la escuela franquista. El sistema comenzó a hacer aguas en Catalunya y, poco después, por razones generacion­ales en toda España: los jóvenes (especialme­nte los universita­rios) se sentían expulsados por razones económicas. El riesgo de podredumbr­e del sistema español de 1978 es muy alto (si bien la putrefacci­ón puede ser lenta). Sorprende que, en vez de iniciar un proceso de reflexión y de reformas, el sistema entierre la cabeza bajo el ala y responda a los portadores de malestar tan sólo con una palabra reticente y malhumorad­a: “populismo”. Así se respondió al independen­tismo y a la eclosión de Podemos. Ahora se hace lo mismo con el PSOE de Sánchez. Ahora bien, Sánchez, el niño del cuento, lo ha demostrado: por más que se revista de malhumor y reticencia, el régimen del 78 va desnudo.

¿Ave fénix, conde de Montecrist­o, Lázaro el resucitado? La cosa es más sencilla: Sánchez es un niño

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain