La Vanguardia

Naipes, caciques y payasos

Podemos acusa a Pastor de señalar el pleno de censura al dictado del PP, retrasándo­lo hasta el 13 de junio, tras la aprobación de los presupuest­os

- PEDRO VALLÍN Madrid

La moción de censura impulsada por Unidos Podemos y las confluenci­as ha tensado la partida. Se discutirá en pleno el 13 de junio, martes, sirviendo un chiste fácil para superstici­osos que Mariano Rajoy se ha apresurado a lanzar a la prensa. Será debatida, pues, 25 días después de su registro. Es el quíntuple de lo imprescind­ible. La formación morada tachó ayer de “cacicada” la decisión de la presidenta de la Cámara, Ana Pastor, que informó antes a la prensa que a los proponente­s. Será después de que el Gobierno logre la aprobación de los presupuest­os y cuatro días antes del congreso socialista.

Los de Pablo Iglesias dan cartas y suben la apuesta con las fichas que les quedan –all in, en jerga del póquer–, un probable farol con el que el líder de Podemos sabe que no va a ganar la mano pero sí obligar al resto a medirse. Entre sí y con él. Eventualme­nte, a debilitars­e. Alrededor de la mesa todos se miran de reojo y desconfían porque el PSOE acaba de cambiar sus cinco cartas y nadie se atreve a predecir qué jugada lleva. El PP califica el movimiento de Iglesias de “payasada”, y su grupo parlamenta­rio y la Moncloa lanzan mensajes contradict­orios sobre la improbable intervenci­ón de Mariano Rajoy en la sesión contra Iglesias. Se barrunta un “no voy” en toda regla.

El PSOE suda mirando sus cinco naipes flamantes y todos se percatan, a través del espeso humo del puro que se fuma Rajoy (en sentido figurado o literal). Y, aunque con gesto condescend­iente, descartan ningún riesgo en la mano del PSOE, nadie las tiene todas consigo. El evidente sofoco socialista apunta a una mala mano para ver la apuesta de Podemos, pero es precipitad­o descartar que el rubor socialista sea vértigo ante una súbita escalera de color.

La moción no importa a nadie, Iglesias va de farol, pero el PP ha procurado salvar las cuentas antes de debatirla y la ha colocado soplando el cogote del congreso socialista. Ninguna gracia ha hecho que Bruselas haga mimos al Gobierno de la izquierda de Portugal y lo saque del procedimie­nto por déficit excesivo mientras que conmina a España a que cumpla y a que se tome en serio la lucha contra la corrupción. ¡Uy, lo que me ha dicho!

Los de Ciudadanos, que comparten apuesta con el PP ante sus insuficien­tes fondos para jugar la mano por su cuenta, se manifiesta­n hartos del agresivo juego de Podemos, que consideran “un show”, la pamema del que no tiene juego ni fondos. Y al PDECat, tener que ver la mano de Podemos le ha puesto en una situación apretada. Iglesias sentó juntos a Carles Puigdemont, Xavier Domènech y Carles Campuzano, y de la operación ha salido una comisión mixta de negociació­n que el grupo del Partit Demòcrata seguro que se habría ahorrado con gusto. El president e Iglesias quieren quererse y Campuzano y Domènech tienen motivos para celebrar con menos entusiasmo tanto amor. El uno, por su renovada apuesta por ser fuerza útil y de pacto en el Congreso. El otro, porque igual este año le toca encabezar una lista en Catalunya. Al fondo, ERC presiona. Apoya la moción y pide al PDECat que haga lo mismo en beneficio del proceso. “¡Que se besen, que se besen!”.

En la mesa de al lado, el PNV juega al mus. Ha ganado cómodament­e jugando a la chica y ahora, viendo pelarse las frentes en la neblinosa mesa contigua, sopesa si debió lanzar órdago a la grande. A lo lejos, canta un canario.

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