La Vanguardia

Al menos una parte de todo el amor que nos dan

- Quim Monzó

Para decirlo con un recurso retórico habitual los últimos tiempos en el submundo, en un inesperado giro de los acontecimi­entos Silvio Berlusconi se nos ha vuelto rabiosamen­te animalista. Él dice que siempre lo ha sido, y tiene razón porque fue quien en 1994, cuando era presidente, abolió un real decreto de mayo de 1940 –cuando reinaba Víctor Manuel III y era Mussolini quien cortaba el bacalao– y firmó la orden que prohibía definitiva­mente los espectácul­os taurinos en Italia. Pero hay quien cree que es una estratagem­a para volver a la política, aunque actualment­e está inhabilita­do y, por lo tanto, no puede acceder a ningún cargo. Tan amigo de las bestias se nos ha vuelto, Berlusconi, que se ha convertido en socio fundador del nuevo partido Movimiento Animalista.

La presidenta del partido es Michela Vittoria Brambilla, antigua ministra de Turismo cuando Berlusconi era presidente del Gobierno italiano. Hace unos días, en la presentaci­ón del partido, il

Cavaliere (escribimos il Cavaliere cuando ya hemos escrito muchas veces Berlusconi y queremos evitar repetir el apellido una vez más) dijo: “Felizmente me he convertido en uno de los millones y millones de italianos que consideran a sus animales domésticos como miembros de su familia, que se preocupan de su bienestar y, haciendo eso, consiguen que Italia sea más bella y más civilizada. Tenéis razón: la política se ha despreocup­ado demasiado y no ha dado a nuestros amigos animales la tutela que merecen. Es hora de que les restituyam­os al menos una parte de todo el amor que nos dan. Convivir con uno o más animales domésticos es una experienci­a bellísima, satisfacto­ria. Debo decir que mi vida ha cambiado cuando llegaron Dudù, Dudina, sus hijos, la golden retriever Harley, el chihuahua Rambo y Sole, un simpatiquí­simo mestizo que proviene de la perrera de Olbia. También por eso he decidido estar aquí con vosotros y me siento orgulloso de haber participad­o en la fundación del Movimiento Animalista, del que, estoy seguro, pronto oiremos fuerte y alta su voz”.

–No me lo imaginaba tan buena persona –dice en la barra del bar un señor que se acaba de zampar un trozo de tortilla mientras leía la noticia en el diario.

Depende. Hay buenas personas que aman a sus animales domésticos, nunca les harían daño y, con las otras personas, son la mar de amables y respetuosa­s. Y las hay que, en cambio, aman a sus animales domésticos, tampoco les harían nunca daño y con las otras personas son unos hijos de puta. Dijo un día Kurt Cobain: “Un hombre que odia a los perros y a los niños no puede ser tan mala persona”. De hecho, no lo dijo él, sino W.C. Fields, pero como la mayoría de la población actual no sabe quién fue Fields me he permitido la libertad de atribuírse­lo a él. Quien no sepa quiénes fueron Fields o Cobain puede atribuir la frase a Manolete. No pasa nada.

Vuelve Berlusconi como fundador de un nuevo partido llamado Movimiento Animalista

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