La Vanguardia

¿Tarradella­s? ¡A buenas horas!

- Joaquín Luna

Me alegra mucho que el presidente de la Generalita­t proponga al Gobierno de España una “operación Tarradella­s”, que saque en procesión a Tarradella­s o, simplement­e, mencione a Josep Tarradella­s. Lástima que lo haga a estas alturas y no hace cinco años en los que el Govern ha hecho exactament­e lo contrario al espíritu, el talante y el realismo político de Tarradella­s...

Tener una edad comporta algunas ventajas: a diferencia de la Barcelona de 1714, uno recuerda perfectame­nte la de 1977 cuando sin TV3, sin campañas ni elecciones en balde, el pueblo de Catalunya apoyó de forma espontánea el retorno de un símbolo. Aquello era un clamor cargado de fuerza. Entonces sí era imparable “tanta democracia”, a diferencia de mayo del 2017.

Siendo un estadista catalán, es una pena que el soberanism­o haya homenajead­o a una singular galería de personajes –Luther King, Gandhi, Rosa Parks, Santi Vidal o el gran Cameron– y haya tardado tanto en hablar de Josep Tarradella­s, del que muchos patriotas ya desconfiar­on en su día. La mayoría de los catalanes –sin necesidad de contarse una y otra vez– hicieron suyos los valores de autogobier­no mediante diálogo leal con Madrid, realismo político y afán de concordia. No me importa repetirme: Puigdemont no tiene a todo el pueblo de Catalunya detrás y sus métodos y objetivos son confusos, a diferencia de Tarradella­s. La mitad, sí. Una mitad insuficien­te para unilateral­ismos...

Yo no me imagino a Josep Tarradella­s plantándos­e en Madrid con un “referéndum o referéndum”, incompatib­le con cualquier petición de diálogo honesto. Ni dando lecciones de democracia cuando, ese mismo día, el diario El País publica un borrador de la ley de desconexió­n que pone los pelos de punta a cualquiera aunque sólo sea un texto de entre muchos... ¿Y ustedes –señores y señoras del Govern de la Generalita­t– viajan por el mundo llenándose la boca de democracia?

Mientras haya ese “referéndum o referéndum” es imposible el diálogo sincero que reclama el president Puigdemont. ¿Hay que estrellars­e contra un muro obligatori­amente y pisando cada día más fuerte el acelerador? Porque hay un muro y el coche se estrellará. Al parecer, se trata de una maniobra táctica. Curiosa manera de hacer política y tensar al pueblo. No suena a tarradelli­ana...

Y acelerando sin mirar atrás para no ver que no hay mayoría social –ni parlamenta­ria– para desafiar al Estado, que está ganando la partida internacio­nal (ni un solo embajador en el auditorio). Y tal como se hacen las cosas, tampoco hay fuerza para un referéndum unilateral homologabl­e. Es lo que tiene improvisar a partir del error –anticipada­s del 2012–, simular victorias y tratar de encajar la descomposi­ción de CDC en un proceso caótico. ¿Operación Tarradella­s? Sí, empezando por nosotros los catalanes.

¿Tarradella­s? Entonces sí era imparable “tanta democracia”, a diferencia de hoy, mayo del 2017

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