Un lírico disfrazado de humorista
Se trataba de conmemorar el centenario del nacimiento de Camilo José Cela y el Cercle del Liceu reunió a dos primeros espadas de su obra. Darío Villanueva, el director de la RAE, defendió el Cela poeta, a pesar de escribir sobre todo novela. Fue “un lírico disfrazado de humorista”, pues la poesía impregnó todas sus páginas. Y defendió también el Cela experimental, innovador, en constante búsqueda de nuevas fórmulas. Villanueva consignó cuatro momentos decisivos de la España del siglo XX en los que el premio Nobel “estuvo en la
brecha, actualizando la narrativa contemporánea”.
El primero, en la posguerra, reanudando la literatura con La familia de Pascual Duarte (1942). El segundo, en un momento de reflexión social, con La
colmena (1951). Con el tercero llega la crítica social con Oficio de tinieblas 5 (1973). Y el cuarto lo protagoniza la posmodernidad y Cela aporta su última novela, Madera
de boj (1999), pero también Cristo versus
Arizona (1988).
Por su parte, Adolfo Sotelo, decano de la facultad de Filología (UB), defendió que la cultura española debería reivindicar la faceta de “promotor cultural, incluso empresarial” de Cela. Para el profesor, la revista Papeles de Son Armadans es un ejemplo de esta figura poliédrica enorme.
El moderador, el periodista Sergio Vila-Sanjuán, puso sobre la mesa el machismo de la obra de Cela, que cuesta leer en el siglo XXI. Villanueva contemporizó con el hecho de sacar una obra del momento en que fue escrita y reivindicó algunos personajes femeninos de La colmena, como la prostituta Purita. Sotelo, menos políticamente correcto, se rasgó las vestiduras y consideró que lo que cuenta Cela en su obra está al servicio de la literatura, y no esas escenas sexuales que halla en algunos libros y que no tienen nada que ver con el argumento.
El Cercle del Liceu clausuró el centenario de Cela con Villanueva y Sotelo