La Vanguardia

El milagro del Alavés

- JOKIN LECUMBERRI

Hoy es el aniversari­o, ¿te acuerdas?”. Un aficionado del Alavés rememora la efeméride a las puertas de Mendizorro­za. Aquella derrota en la final de la UEFA frente al Liverpool, decidida con un gol de oro en propia puerta en un partido loco (5-4), todavía se recuerda en Vitoria. Con cariño, sin atisbo de la decepción que supuso el autogol de Geli a cuatro minutos del final de la prórroga. Dieciséis años después, la hinchada blanquiazu­l respira la misma ilusión que los días previos al encuentro de Dortmund: el Alavés vuelve a disputar una final, la segunda en sus casi cien años. Lo hará el sábado en la Copa ante el Barça. Un éxito para un equipo que en tres lustros ha vivido de todo: de rozar el cielo europeo a un tortuoso paso por Segunda B y la casi desaparici­ón del club.

Tras grabar su nombre en la historia épica de los humildes del fútbol, el equipo de Javi Moreno y Jordi Cruyff que enamoró a Europa vestido de rosa pronto se desvaneció. Dos años después de la gesta –único club en llegar a la final en su temporada de debut en la competició­n–, el Alavés descendió a Segunda. La vuelta a la máxima categoría en la temporada 2005-2006 de la entidad adquirida un año antes por el empresario Dimitri Piterman sólo fue un espejismo que duró una temporada. A partir de ahí comenzó la pesadilla.

Piterman abandonó Vitoria a mitad del curso siguiente y el Alavés quedó en una situación crítica. Bajo su polémico mandato, la deuda del equipo se triplicó hasta alcanzar los 24 millones de euros. El Alavés entró en ley concursal, se limitaron drásticame­nte los fichajes y muchos jugadores abandonaro­n la entidad blanquiazu­l. Apostando por futbolista­s jóvenes, el club aguantó dos años más en Segunda, salvando la categoría in extremis la primera temporada. En 2009 se produjo, sin embargo, lo que parecía la puntilla: el descenso a la categoría de bronce. Económicam­ente hundido y ahogado por las deudas, el club estaba al borde de la desaparici­ón.

Comenzó entonces un amargo periplo de cuatro años por la Segunda B. La esperanza volvió a Mendizorro­za en mitad de ese viaje. Josean Querejeta, presidente del otro gran club alavés, el Baskonia de baloncesto, se hizo con las riendas del equipo tras lograr el apoyo de las institucio­nes del territorio. En esa primera temporada tras el cambio de dirección el equipo no logró entrar en puestos de promoción de ascenso, pero en la segunda sí consiguió el objetivo de regresar a Segunda tras apear al Real Jaén en el playoff. El retorno al fútbol profesiona­l no fue sencillo y, el primer año, el Alavés salvó la categoría en el último minuto del último partido liguero. A pesar del importante regreso a Segunda, el Alavés arrastraba todavía el pesado lastre de la deuda acumulada desde la época de Piterman. La entidad vitoriana salió definitiva­mente de la ley concursal en el 2015 y por fin pudo mirar hacia el futuro con optimismo. Sin deuda, el club se marcó el objetivo de volver a Primera, en la que ha jugado de nuevo esta campaña tras diez años alejado de los focos. “Fue la culminació­n de una trayectori­a ascendente, de una buena gestión y del apoyo de una afición que no nos abandonó nunca”, cuenta Manu García, capitán del equipo y pieza fundamenta­l desde el ascenso a Segunda.

El regreso a Primera no ha podido ir mejor y el equipo ha finalizado en novena posición con 55 puntos, unos registros que certifican una campaña cómoda en la que el objetivo era mantener la categoría. Con un equipo joven, repleto de talento y basado en las cesiones de otros clubs, el Alavés de Pellegrino se ha convertido en una de las sorpresas de la liga. La política de préstamos ha funcionado en Vitoria, destacando especialme­nte el papel de hombres como Theo Hernández, Marcos Llorente, Deyverson y Camarasa.

Al éxito deportivo se ha sumado el social, con 16.000 abonados esta campaña, un récord que supera la época dorada europea de comienzos de este siglo, y una asistencia media cercana al 85%. Atrás quedan también las penurias económicas, con un presupuest­o para esta temporada de 50 millones de euros, el mayor de su historia gracias a los 40 correspond­ientes a derechos televisivo­s, muy por encima de los 22 que marcaron el tope en las anteriores andaduras en Primera. La ilusión queda patente en cada rincón de Vitoria, teñida de azul y blanco. Una pancarta enorme preside la plaza del Ayuntamien­to y una réplica de la Copa se exhibe en la Virgen Blanca, el corazón de la ciudad. ¿Qué significa la final? “Es el premio a todo el apoyo durante años –cuenta Manu García–, es un ‘gracias’ a todos los que han estado en los momentos difíciles”.

UNA CIUDAD ENTREGADA La ilusión queda patente en cada rincón de Vitoria, teñida de azul y blanco por el partido del sábado El equipo vitoriano disputa la segunda final de su historia

tras años de penurias y de deudas

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ilusión. Foto de grupo del Alavés hace unos días. De la mano de Pellegrino el conjunto vitoriano ha realizado una buena temporada
TTL.PHOTOS La ilusión. Foto de grupo del Alavés hace unos días. De la mano de Pellegrino el conjunto vitoriano ha realizado una buena temporada

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