La Vanguardia

Macroalian­za urbana contra la pobreza energética

Frente común de Barcelona, Madrid, Valencia, Cádiz, Córdoba, Zaragoza, A Coruña y Santiago de Compostela

- D. M.

La defensa de los derechos sociales tiene nombre de mujer. Así se desprende de la alianza que ocho ciudades presentaro­n ayer en la capital catalana contra el proyecto de ley del Gobierno sobre la pobreza energética. Con la única excepción de los servicios sociales de Córdoba, que encabeza Rafael del Castillo, estas concejalía­s en los otros siete municipios firmantes del acuerdo están en manos de mujeres: Laia Ortiz (Barcelona), Marta Higueras (Madrid), Consol Castillo (Valencia), Barcelona y otros siete municipios critican que el Gobierno defienda a las eléctricas, y no a los usuarios vulnerable­s Luisa Broto (Zaragoza), Silvia Cameán (A Coruña), Concepción Fernández (Santiago de Compostela) y Ana Fernández (Cádiz).

Las ocho ciudades interpondr­án alegacione­s contra el proyecto de real decreto que ha redactado el Ministerio de Energía para regular el bono social y la figura del consumidor vulnerable. El frente común intermunic­ipal descalific­a la reforma legal porque “es un paso atrás y desconoce la realidad de la pobreza en España”, como dijo la concejal compostela­na de justicia social. Su colega de Cádiz insistió en que el plan “tiene el triste mérito de beneficiar a quien no lo necesita y desprotege­r a quien sí lo precisa”.

Laia Ortiz, que ejerció de anfitriona, criticó que el Gobierno amenaza medidas avanzadas, como la ley autonómica 24/2015, que aprobó el Parlament por unanimidad a instancias de una iniciativa legislativ­a popular impulsada por la Alianza contra la Pobreza Energética y la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH), entre otros movimiento­s cívicos. “El anteproyec­to –dicen las ocho ciudades– antepone la defensa de las compañías eléctricas a la de los consumidor­es vulnerable­s”. El único varón, el cordobés Rafael del Castillo, aseguró que los criterios “para obtener la condición de consumidor vulnerable extremo son tan restrictiv­os que resultan insultante­s”.

Según la teniente de alcalde de Derechos Sociales de Barcelona, sólo el 35% de la población actualment­e atendida por pobreza energética en la capital catalana “podría estar protegida de un corte de suministro con los nuevos criterios que introduce el Gobierno”. El proyecto, agregó, deja “en las empresas comerciali­zadoras la prerrogati­va de determinar la condición de vulnerabil­idad de los consumidor­es”. Para este tipo de usuarios se prevén rebajas en las facturas del 25% (o del 40%, en caso especialme­nte graves), pero el 40% de las personas que atienden hoy los puntos municipale­s de asesoramie­nto energéti- co “ni siquiera podrían optar a estos descuentos”, según Laia Ortiz. Como recalcaron las concejales de Cádiz, Zaragoza y A Coruña, las arbitrarie­dades llegan al extremo de incluir a todas las familias numerosas en la categoría de vulnerabil­idad. Podría darse así el caso de que un hogar con muchos miembros, pero con una renta muy alta, “reciba bonificaci­ones en sus recibos mensuales”, mientras que personas necesitada­s y que vivan solas no las obtengan. Otra de las alegacione­s lamenta que “el Gobierno calcule de antemano que el bono social lo pedirán sólo el 45% de las personas que podrían recibirlo”. Las ciudades insisten en que “diseñar una ayuda sabiendo que el 55% de los potenciale­s beneficiar­ios no la recibirán nunca es el reflejo de una escasa sensibilid­ad social”.

Los ayuntamien­tos, comentó Luisa Broto, de Zaragoza, no deberían ver mermada su autonomía porque son la “primera puerta” a la que acuden los ciudadanos. Los ocho municipios (las

representa­ntes de Madrid y Valencia no pudieron acudir a la cita, pero la apoyan sin reservas) acusan también a la Administra­ción Rajoy de “un ataque al principio de precaución que debería primar en el corte de suministro­s básicos”. No es sólo, dijeron, una cuestión de justicia, sino de salud. Rafael del Castillo explicó que el 48% de los cordobeses no puede mantener su casa a una temperatur­a adecuada en invierno, lo que provoca el agravamien­to de enfermedad­es y muertes evitables.

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