El reto de Macron
El presidente francés pretende aprobar la ley por decreto
De entre todas las propuestas que el nuevo presidente francés puso sobre la mesa durante la campaña, la reforma laboral es la más importante y también la más difícil de implementar, por el fuerte rechazo social que provoca, y que ya sufrió Hollande en sus carnes.
Todavía subido en la ola de su amplia victoria electoral del pasado 7 de mayo, Emmanuel Macron ha decidido coger por los cuernos el toro de la reforma laboral, su principal promesa de campaña, tan deseada por las empresas como execrada por los sindicatos. Mientras François Hollande tardó dos años en poner encima de la mesa sus medidas desreguladoras, el flamante presidente francés no quiere perder tiempo para impulsar una reforma que califica de urgente. Quiere hacerlo, como ya dijo en campaña, antes de que acabe el verano, por la vía rápida del decreto.
El martes, sólo nueve días después de ser investido, Macron recibió en el Elíseo a los líderes de los sindicatos y las patronales, uno a uno. De lo que contaron a la salida se desprende que fueron reuniones más informativas que de debate. El joven presidente quería hablar del calendario que pretende seguir y no del contenido de las reformas.
Las reuniones con los actores sociales prosiguieron ayer, y continuarán el lunes, pero ya con el primer ministro, Édouard Philippe, y la titular de Trabajo, Muriel Pénicaud.
Según la CPME, la patronal de las pequeñas y medianas empresas, Macron quiere una “gran concertación” hasta mediados de junio y en septiembre llevar las reformas al Parlamento. Su objetivo es legislar por ordenanzas: son una especie de decreto, porque si bien requieren la aprobación final de los diputados, permiten sortear los largos debates parlamentarios. La cámara sólo puede ratificar o rechazar el texto, sin derecho a enmiendas. Es decir, Macron quiere evitar que retrase o descafeíne su ambicioso programa de reforma.
Del Parlamento que surja de las elecciones legislativas del próximo mes de junio depende en gran parte que su proyecto llegue a buen puerto. Los últimos sondeos apuntan que podría lograr mayoría absoluta.
Los sindicatos han advertido que el plan del presidente es una receta para el conflicto. El jefe del sindicato moderado CFDT, Laurent Berger, subrayó ayer que “hay que evitar actuar de modo impetuoso, con precipitación” y le pidió que deje “tiempo suficiente para la necesaria concertación”. Una reforma antes de final de verano es “sencillamente imposible”, consideró.
Philippe Louis, del sindicato CFTC, también pidió a Macron “que no presente las ordenanzas durante el mes de agosto, que espere a septiembre a que la gente haya vuelto de vacaciones”.
En el otro lado de la mesa, el de las empresas, le piden lo contrario: que pise el acelerador. “La reforma del mercado laboral debe ir deprisa”, dijo el presidente de la patronal Medef, Pierre Gattaz, que argumentó que es “esencial” para mejorar las cifras de paro.
El Elíseo dejó ayer claro que Macron se mantiene firme en su intención de legislar por ordenanzas y que el diálogo con sindicatos y patronales no tratará sobre el calendario: “Su agenda social y sus convicciones fueron ampliamente expresadas en la campaña, los franceses y los sindicatos saben de qué va”.
El portavoz del Gobierno, Cristophe Castaner, también lanzó una advertencia a los sindicatos. “Uno no tiene derecho a bloquear Francia si no está de acuerdo con una medida, sobre todo si ésta estaba en el seno del proyecto presidencial de Emmanuel Macron”, lanzó.
Los sindicatos piden a Macron que no “actúe de modo impetuoso” y que “deje tiempo para la necesaria concertación”