Boicot al ‘Mandela americano’
Oposición al desfile del día de Puerto Rico en Nueva York por honrar al exrecluso
Todavía despierta admiración y odio. Óscar López Rivera, nacionalista puertorriqueño, no provoca indiferencia. Activista o terrorista. O se está con él o contra él.
“No hay sangre en mis manos”, reiteró la semana pasada el considerado líder intelectual de las Fuerzas Armadas de Liberación Nacional (FALN), tras pasar 35 años encarcelado por los atentados que el grupo se atribuyó entre las décadas de los setenta y los ochenta, en especial en la Gran Manzana, en lucha por la independencia de Puerto Rico.
Salió en libertad antes de lo previsto gracias a una de las postreras decisiones del presidente Obama. Le conmutó una pena que sumaba un total de siete decenios por diversos cargos. Entre estos, el de conspiración sediciosa y el intento de derrocar el Gobierno de Estados Unidos.
A ese recordatorio de que no participó en una acción mortal, realizado una vez de regreso a la isla, López Rivera apostilló: “Los pueblos colonizados tienen el derecho a luchar por su independencia usando todos los métodos, incluido el de la fuerza”.
La liberación de este veterano de la guerra de Vietnam ha vuelto a encender la llama de la discordia. Los partidos de la independencia de Puerto Rico, que en las urnas no superan el 6%, cuentan con una enorme caja de resonancia en Nueva York, donde la reivindicación por la libertad del “último revolucionario boricua” jamás se apagó.
Melissa Mark Viverito, segunda en el Ayuntamiento de la ciudad, ha sido una de las principales protagonistas en la consecución de esa petición a favor del que calificaban de “preso político” o de “Mandela americano”. Dada esta condición, los organizadores de la parade, la cabalgata que se convoca para festejar el Día de Puerto Rico y uno de los eventos hispanos que reúne más participación, tomó la decisión de honrar a López Rivera.
La previsión es que el próximo 11 de junio abra la marcha como “primer héroe de la libertad nacional”.
La que se ha armado. No ha sido una bomba pese a que resuena como un bombazo. Una de los más críticos es el jefe de la policía neoyorquina, James O’Neill. “Habitualmente participo, pero este año no lo haré”, advirtió. “No puedo apoyar a un hombre que fue el cofundador de una organización implicada en la colocación de más de 120 artefactos, con seis personas muertas y que hirió gravemente a policías”, subrayó O’Neill.
A López Rivera nunca le pudieron vincular con los atentados, ni dieron con una huella suya en una de esas operaciones, ni siquiera en la de la histórica Fraunces Tavern de Wall Street, detonación que en 1975 causó cuatro muertos y 63 heridos. Pero el arrepentido Freddy Méndez, al que metieron en un programa de protección y le concedieron otra identidad, confesó que López Rivera se encargaba de adiestrar a los reclutados en la fabricación de explosivos.
Auspiciado por los sindicatos de la policía, la llamada al boicot del desfile gana nuevos elementos a diario. Después de los anuncios de retirar su colaboración la compañía aérea Jet Blue, la alimentaria Goya y del equipo de beisbol de los Yankees, un mito dentro de la comunidad, muy aficionada a “los peloteros” del Bronx, lo propio han hecho la empresa de telecomunicaciones AT&T, Coca-cola o la cervecera Corona. Los organizadores de la
parade resisten por ahora al desafío, convencidos de que actúan más allá del o bien o el mal. “Queremos poner el acento en cuestiones de conciencia aunque creen controversia”, señalaron en un comunicado. Y recordaron que el caso no es nuevo. Que en 1983 ocurrió algo similar cuando se invitó a Michael Flannery, defensor del IRA, como “gran mariscal” de la celebración del Día de San Patricio. El cardenal Terence Cooke, que se oponía a la violencia en Irlanda del Norte, se negó a recibirlo en la escalinata de la catedral neoyorquina. Otros le secundaron. Sin embargo, el gobernador Mario Cuomo (padre de Andrew, el actual) o el alcalde Ed Koch mantuvieron la tradición.
A pesar de que la sensibilidad por el terrorismo ha cambiado desde entonces, lo mismo piensa hacer el actual edil, Bill de Blasio, en vísperas de elecciones locales. “Han decidido honrar a alguien –declaró De Blasio–, pero no cambia la naturaleza de la marcha. Te guste o no el elegido, sigue siendo la parade de Puerto Rico y honraré a los puertorriqueños. Así de simple”.
López Rivera, que salió libre tras 35 años, es visto como un luchador o un terrorista