La OCDE insta a experimentar la renta básica pero duda de su eficacia
La organización cree que en ciertos países podría desproteger a los más débiles
¿Una renta básica universal? ¿Por qué no? La Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE) rompe un tabú. La institución reconoce que los actuales mecanismos de protección social “tienen lagunas”, mientras que una transferencia pública a todos es un “mecanismo simple que no dejaría a nadie sin ayuda”. Finlandia, Canadá, Holanda han empezado a hacer pruebas a pequeña escala.
Conscientes de los retos de la robotización, el aumento de las desigualdades y la precariedad del empleo, los investigadores de la OCDE han abierto la veda. “Estamos contentos de que en algunos países se hagan experimentos en este sentido, es un debate necesario”, dice a este diario Herwig Immervoll, economista sénior de la organización.
Pero el impacto de esta medida es objeto de discusión. De acuerdo con un informe difundido ayer, sus efectos serían controvertidos. Con ganadores y perdedores.
Para calcular su importe, los economistas de la OCDE asumen como punto de partida que la renta básica universal sustituiría la mayoría de las ayudas públicas. Esta cantidad de dinero se otorgaría a todos los adultos (incluso si trabajan y excluyendo los jubilados) y a todos los menores, y sin tener que añadir nuevos impuestos para financiarla.
Y ahí empieza el primer problema, porque para que el impacto presupuestario sea neutro, al final sería indispensable aumentar la presión fiscal. “Cualquier otra opción sería irreal. Habrá que pagar impuestos sobre la misma renta y renunciar a incentivos. De otra manera, los números no salen”, advierte Immervoll.
Otra sorpresa es que en los países que tienen un sistema de protección social generoso (Francia, Finlandia), la renta básica causaría un efecto perverso, porque los colectivos que perciben menos ingresos, tienen problemas de salud o están en situación de riesgo saldrían perdiendo con el cambio. En Francia, con una renta básica calculada de 456 euros por mes, el 30% de los hogares más pobres disminuiría su nivel de vida. En el Reino Unido, con 266 euros, el balance sería negativo para el 45% de los ciudadanos.
En las economías que cuentan con escasez de ayudas públicas (Italia y, en cierta medida, España) la renta universal básica desplegaría sus máximos efectos positivos: el 80% de los ciudadanos mejorarían sus ganancias. Además, al reemplazar el subsidio de desempleo (que hace que en ocasiones al parado no le compense trabajar), las personas podrían estar más dispuestas a aceptar empleos que antes no se planteaban, ya que se acumularía salario y renta universal. “Pero en ningún caso se va a erradicar la pobreza con este sistema”, advierte Immervoll.
Ante efectos tan dispares, la OCDE insinúa que sería más viable una tercera vía, en la que se mantendría el actual Estado de bienestar y se otorgaría al mismo tiempo una renta de un monto inferior, durante un tiempo limitado y para ciertos colectivos. Por ejemplo, el Estado podría conceder un crédito, ingresando dinero en una cuenta de los ciudadanos, para que ellos gestionen el capital a lo largo de su vida laboral, tanto para formarse como para invertir en nuevos negocios.
La caja de Pandora está abierta.
Cuando el Estado social no ayuda lo suficiente, entonces este instrumento beneficia a más personas