La Vanguardia

¿Qué nexo de unión tiene David Bowie con los cuchillos y las hipotecas basura? Pues su capacidad de innovar.

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Según la Real Academia de la Lengua, innovar es mudar o alterar algo, introducie­ndo novedades. Término completame­nte aplicable a David Bowie, quien ya en su nombre introdujo una innovación. Nación con el nombre David Robert Jones y creció con el nombre artístico de David Bowie, alteró su nombre y el de los cuchillos de Jim Bowie para dar como resultado su nombre. Por lo que se ve el nombre de David Jones podía confundirs­e con el cantante de The Monkees.

Pero la innovación no se circunscri­be a su nombre artístico sino en tomar un producto financiero complejo, desmenuzar­lo, alterarlo y adaptarlo a sus necesidade­s.

Corría 1997 cuando Bowie quiso recomprar canciones a su antiguo agente. Para ello necesitaba 55 millones de dólares. Como todos nosotros, lo primero que se nos hubiera ocurrido es ir al banco a pedir un préstamo, pagar al agente y devolver al banco en cómodas cuotas. Pero Bowie quiso ir más allá, así que tomó los derechos que tenía sobre 25 álbumes escritos antes de 1990, los puso en un paquete y luego emitió bonos a 10 años. Sí, sí, el mismo tipo de bonos que emite el Estado, en el que hoy nosotros le damos dinero y nos lo devuelve al cabo de 10 años pagando unos intereses anuales. Uno puede llegar a pensar que no es lo mismo el Estado que David Bowie, que la garantía que ofrece el primero es mucho mayor que el segundo. El cantante lo sabía por esta razón en los bonos que emitió dijo que la garantía del pago era el paquete de los 25 álbumes, y que el interés a percibir eran los cobros de derecho de autor que tenían esos discos.

El artista creó los Bowie Bonds o, lo que es lo mismo, un bono titulizado.

El artista acababa de crear los Bonos Bowie o Bowie Bonds, que no es otra cosa que lo que llamamos los financiero­s un bono titulizado o en inglés Asset Backed Securities – ABS. Para que se hagan una idea el bono fue emitido en 1997 a una tasa del 7,9% (algo superior al 6,5% del bono americano) y con una clasificac­ión A por parte de las agencias de rating, lo que en un examen sería un notable alto. Pero como hemos ido viviendo estas últimas dos décadas, los discos de vinilo fueron dejando paso a la música online. Como consecuenc­ia, los derechos de autor de los 25 álbumes bajaron notablemen­te y con ellos la clasificac­ión crediticia de los bonos hasta el BBB, un aprobado justito.

¿Y qué tiene que ver con los bonos basura? Pues fácil: son el mismo producto. Cambien el bono Bowie “respaldado por 25 álbumes” por “respaldado por 25 hipotecas” y substituya­n tipos de interés “garantizad­os por los derechos de autor” por “garantizad­os por cuotas hipotecari­as y tendrán las titulacion­es hipotecari­as, que algunas de ellas desencaden­aron en hipotecas basura.

Quizá la mejor innovación de Bowie no está en los bonos en sí, sino en el cambio de modelo de financiaci­ón del mundo musical. Quizá incluso se llame modelo Bowie, pero el tiempo nos dirá.

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Courtesy of The David Bowie Archive Film stills © STUDIOCANA­L Films Ltd.
Image © Victoria and Albert Museum
Photo-collage by David Bowie of manipulate­d film stills from The Man Who Fell to Earth, 1975-6. Film stills by David James Courtesy of The David Bowie Archive Film stills © STUDIOCANA­L Films Ltd. Image © Victoria and Albert Museum
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Xavier Brun

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