ALERGIAS: ‘LA EPIDEMIA DEL SIGLO XXI’
El cambio climático, la creciente polinización y la falta de variedad vegetal unidos al abuso de fuertes pesticidas han causado la llamada 'epidemia del siglo XXI'. El sedentarismo y los cambios alimentarios tampoco ayudan.
La alergia se define como una respuesta excesiva del sistema inmunológico a ciertas sustancias de nuestro entorno, normalmente inofensivas. Estas sustancias, o alérgenos, provocan reacciones en el organismo tales como estornudos, picor de ojos, reacciones cutáneas o digestivas, asma e incluso anafilaxia (una grave reacción que puede llegar a ser mortal). Si bien hace tres décadas se reducían a unas pocas muy reconocibles y comunes, hoy las alergias se multiplican de forma vertiginosa. El cambio climático, los cada vez más largos períodos de polinización, la plantación masiva de cipreses y arizónicas -y sus respectivos pólenes- en las grandes ciudades para delimitar urbanizaciones y colegios, y, al mismo tiempo, un sistema inmunológico cada vez más débil y endeble, han provocado lo que los expertos llaman la 'epidemia del siglo XXI'. Una epidemia no infecciosa y silenciosa que seguirá en aumento y en paralelo a más enfermedades respiratorias. Tanto es así que la Organización Mundial de la Salud (OMS) sitúa a las alergias como la cuarta enfermedad más importante en el mundo y estima que ya afecta a cerca de 300 millones de personas. Para 2050, prevé 500.000 enfermos de asma, el doble de los casos hoy diagnosticados. En las grandes ciudades, las tasas aumentan considerablemente y la alta contaminación ambiental causa alergias respiratorias a casi un 40 % de la población.
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Pero, ¿cómo debemos reaccionar ante esta epidemia? Y, sobre todo, ¿cómo desterrarla de su silencio? Aunque las causas son múltiples y cabe considerar la herencia genética de cada persona, nuestro modo de vida sedentario tiene mucho que ver, y es ahí donde podemos corregir la tendencia. En casa, por ejemplo, respiramos un ambiente de cinco a diez veces más contaminado que el exterior. La razón: los numerosos y fuertes pesticidas que no hacen otra cosa que aumentar los efectos de los alérgenos. Porque el alérgico nace pero también se hace, resulta fundamental diagnosticar las alergias y sus patologías desde el principio. Desde el pediatra hasta el médico generalista o, en
La OMS prevé que 500 millones de personas tendrán asma en 2050, el doble de los casos diagnosticados actualmente
casos más severos, a través de un alérgólogo. "Las alergias son como centinelas, son testigos de los cambios en nuestro entorno", avisan desde la Sociedad Francesa de Alergología. Unos cambios que repercuten directamente en la pérdida de calidad de vida de los alérgicos y en los altos costes fruto del absentismo laboral. Tampoco ayudan los precios de los tratamientos actuales.
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El tratamiento más común para las alergias son los antihistamínicos, que se oponen a la histamina, la sustancia inflamatoria liberada durante la reacción alérgica. Se prescriben en rinitis, conjuntivitis, urticaria, eccemas... pero no tienen una acción determinante contra el asma, a menudo mal diagnosticado. Para esta patología son más efectivos los medicamentos broncodilatadores o los tratamientos con corticoides locales inhalados. En el caso de la rinitis alérgica, se recomiendan en forma de pulverización nasal; para los eccemas, en pomada; y en inyecciones para casos de urticaria. No obstante, el tratamiento alergénico más efectivo es la inmunoterapia o las vacunas desensibilizantes, algunas a base de alérgenos diseñados para un único individuo. Algo así como un tratamiento alergológico hecho a medida. Mención especial merecen los más pequeños y las pautas de introducción tardía de alimentos a los bebés: los expertos analizan ahora si una exposición temprana al alérgeno podría inducir a la tolerancia y evitar las alergias alimentarias.