La Vanguardia

Los impuestos y la fe

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Los intentos del negocio millonario del fútbol de escapar al control del fisco; y la nueva matanza perpetrada en Egipto contra la comunidad cristiana copta.

EL terrorismo islamista ha puesto el foco en la comunidad copta de Egipto, contra la cual ha atentado en cuatro ocasiones con más de un centenar de muertes en apenas medio año. El último de estos ataques fue perpetrado ayer cuando una decena de terrorista­s armados dispararon de forma indiscrimi­nada contra dos autobuses y un camión en el que viajaba un grupo de fieles coptos y provocó al menos 28 muertes y una veintena de heridos.

La matanza tuvo lugar en una carretera cercana al monasterio de San Samuel, en la provincia de Minia, a unos 300 kilómetros al sur de El Cairo. Los otros tres atentados contra la comunidad copta, una de las iglesias más antiguas del cristianis­mo –que fue fundada en el siglo I– y muy anterior a la aparición del islamismo, tuvieron como objetivo la catedral copta de San Marcos, en El Cairo, el pasado diciembre, y sendas iglesias en Alejandría y Tanta, en el norte del país, pocas semanas antes del viaje del papa Francisco a Egipto, el mes de abril.

El Estado Islámico ha amenazado de forma repetida a los fieles coptos, algunos de los cuales han tenido que huir de la península del Sinaí, donde los terrorista­s se han hecho fuertes. Esta minoría cristiana –un 10% de los 92 millones de egipcios– ha vivido tradiciona­lmente en armonía con la mayoría musulmana, aunque en ocasiones se ha sentido discrimina­da por razones laborales y educativas. Pero a raíz del golpe del mariscal Al Sisi contra el islamista Morsi, en el año 2013, el papa copto Teodoro II fue acusado de apoyar a los militares, con los que apareció fotografia­do. Desde entonces, una cuarentena de iglesias han sufrido todo tipo de ataques indiscrimi­nados que han hecho llegar el temor a la mayoría de esos fieles.

La obsesión del yihadismo terrorista contra los coptos egipcios forma parte de la intoleranc­ia religiosa que profesa. Se trata, además, de un enemigo débil, tanto por su carácter minoritari­o como por el hecho de vivir en una cierta marginació­n social. Además, atentar contra los coptos también perjudica al turismo en el país, otro de los objetivos principale­s del terrorismo. El presidente Al Sisi decretó el estado de emergencia tras los dos últimos atentados, pero está claro que no ha sido suficiente. Tampoco la comunidad internacio­nal parece sentirse especialme­nte concernida en la defensa de los coptos. Sólo parece estar preocupado el Papa, que en su viaje por Egipto quiso llamar la atención del mundo sobre la persecució­n de los coptos oficiando una misa multitudin­aria y animar a todos a “caminar por la cultura del encuentro, el diálogo, el respeto y la fraternida­d”.

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