El japonés cosmopolita
El restaurante Robata da en la diana del éxito
La barbacoa japonesa tiene un origen incierto. La versión de un pequeño y controlado fuego, encendido por los pescadores de las islas del Norte para soasar ciertos pescados, contrasta con otra bien diferente referida a la aportación yanqui durante los años de dominación tras la Segunda Guerra Mundial. Sea cual sea su origen, el nombre de robata va unido en Japón a esta especialidad de cocción a la brasa.
Ricardo Figuera y Fabiola Lairet encarnan el amor por la cocina tradicional japonesa. Marcados por la cocina multicultural de Caracas, su ciudad de origen, han explorado múltiples cocinas. Formada en Los Ángeles, Lairet ha perfeccionado sus conocimientos en Kobe y en Barcelona donde, animados por su éxito en Gal·la Placídia (Munster Sushi, 2010), acaban de abrir Robata en la céntrica vía gastronómica de Enric Granados.
Robata es un local de éxito. Su estudiada puesta en escena, la capacidad y variación de los diferentes espacios, su hiperactiva cocina a la vista y una oferta culinaria de lo más comercial lo han aupado, en pocos meses, a colgar el completo en la puerta de entrada.
Sushis, niguiris, tempuras, uramakis, yakisobas o robatayakis forman parte de una carta extensa y ordenada que es necesario entender antes de encargar la comanda. El amable servicio le ayudará en esta labor, pero mejor improvisar un poco y aprender con la práctica. El tipo de cocina permite añadir platos, sobre la marcha.
Además, un precio abordable estimulará la reincidencia. Casi todos los platos tienen un nivel similar y pueden combinarse sin un orden previamente establecido. Sin especialidades y con un equilibrio admirable, la cocina de Robata despliega una oferta divertida, adaptada al gusto local, impecablemente presentada y no exenta de ambición gastronómica.
El corazón de la ciudad se ha enamorado de estas brasas modernas y cosmopolitas. ¡Enhorabuena!