El hombre fuerte de Sánchez para un roto y un descosido
POLÍTICO DE RAZA CURTIDO EN MIL BATALLAS, EL VALENCIANO ÁBALOS ATESORA UNA LARGA TRAYECTORIA DESDE QUE, CON APENAS 17 AÑOS, INGRESÓ EN EL PCE. AHORA SERÁ LA VOZ DEL PSOE EN EL CONGRESO Y EL NÚMERO DOS DEL PARTIDO
“¡Ya he compensado los cinco años de comunismo!”, bromea tras casi 40 años de militancia socialista
“Siempre he sido muy rebelde”, admite; y fija el reto de Sánchez en “no defraudar las expectativas creadas”
Cuando Pedro Sánchez empezó a comprobar si había agua en la piscina para intentar recuperar el liderazgo del PSOE, hace algunos meses, no era extraño encontrarse a José Luis Ábalos buscando un cajero automático. Dos o tres veces por semana, aprovechaba los huecos que le dejaba su actividad parlamentaria como diputado y miembro de la dirección del grupo socialista en el Congreso para recorrer España de una punta a otra llevando el mensaje de la buena nueva de la resurrección política de Sánchez. Y todo –traslados, comidas, alojamiento e imprevistos– pagado de su propio bolsillo, lo que asumía con resignación, convencido de que hacía lo que tenía que hacer.
Con la victoria de Sánchez el pasado domingo, llegó la recompensa para Ábalos... en forma de más trabajo. De momento, asumirá durante tres semanas la portavocía del grupo socialista en la Cámara Baja y, en el congreso del PSOE del 17 y 18 de junio, será designado secretario de organización de Ferraz, como adelantó La Vanguardia. El número dos, en definitiva, del nuevo PSOE. El hombre fuerte de Sánchez.
Una batalla más, que no será la última. Ni, desde luego, es la primera. Muy al contrario, la actividad política del valenciano Ábalos (Torrent, 1959), se remonta casi al origen de los tiempos. En 1976, aún sin haber cumplido la mayoría de edad, se incorporó al Partido Comunista de España (PCE). “En la clandestinidad”, resalta. Pero ya en 1981 se afilió al PSOE. Casi cuarenta años de militancia socialista, por tanto, le contemplan. “¡Ya he compensado los cinco años de comunismo, lo he purgado con creces!”, ironiza.
Nada fue gratis. Sus padres eran artesanos. Elaboraban muñecas, toreros y trajes regionales que se vendían a los turistas. Y él empezó a ayudarles y a trabajar muy pronto. “Soy cotizante de la Seguridad Social desde 1975”, subraya. Aprovechó los turnos de noche para sacarse el bachillerato y luego la carrera de Magisterio. Pero la política, finalmente, lo absorbió casi todo. “He tenido una vida orgánica e institucional muy intensa”, reconoce. Su currículum político da cuenta, así, de una sucesión sin fin de cargos, en la Generalitat Valenciana, el Ayuntamiento de València, como diputado provincial y nacional... Lleva cuatro legislaturas en la dirección del grupo socialista en el Congreso y es el secretario general del PSPV en la provincia de València. Otra faceta de su carrera política, más desconocida, es su vinculación al mundo de la cooperación internacional, desde que en 1989 asumió la dirección de dicha cartera en la Generalitat Valenciana. “¡Ya soy todo un experto en América Latina!”, celebra. Un continente que ha recorrido de punta a rabo. Con alguna sorpresa en su bagaje: “Soy el único español que ha recibido la orden Carlos Pizarro, por la colaboración en el proceso de paz en Colombia en 1990”.
Casado y con cinco hijos, Ábalos asegura emprender esta nueva etapa en el PSOE “con la ilusión de siempre”. Y es que siempre, dice, defendió su autonomía personal y política. “¡Siempre he sido muy rebelde!”, admite. Y recuerda que en su partido siempre se ha situado, así, “en las opciones de cambio y renovación”. Por eso fue el portavoz de los socialistas valencianos en la candidatura de José Luis Rodríguez Zapatero a la secretaría general del PSOE en el año 2000. Y, previamente, apostó por la candidatura electoral de Josep Borrell frente a la de Joaquín Almunia...
Ahora su apuesta por Sánchez le ha distanciado del actual líder de los socialistas valencianos y presidente de la Generalitat, Ximo Puig. “Tenemos posiciones políticas distintas, pero también hemos tenido reencuentros”, dice. Y recuerda que juntos estuvieron en la “operación Zapatero”, que su secretaría provincial en Valencia fue fruto del acuerdo entre ambos, y que juntos también apoyaron a Sánchez en las primarias del 2014. En el 2015, no obstante, rompieron ante el agrio choque entre Pedro Sánchez y Susana Díaz.
Ante la que se le viene encima ahora, admite que lo único que siente es “una gran responsabilidad”. “Hay que reconstruir el partido y dar alternativa al gobierno de la derecha”, resume. Pero no sólo. “Tenemos que cumplir las expectativas que ha generado esta candidatura. Y no sólo lo expresado sino también lo imaginado. Nuestro gran reto es no defraudar las expectativas”, destaca. Lo hará siendo portavoz en el Congreso durante tres semanas –“un nombramiento con cese incorporado”, bromea– y después asumiendo las riendas del aparato de Ferraz. No le atemoriza ninguna de las dos cosas: “¡Yo sirvo para un roto y para un descosido!”, ríe.