La Vanguardia

LA COPA DEL ADIÓS DE LUIS ENRIQUE

UN MESSI SENSACIONA­L LIDERA AL BARÇA ANTE UN BUEN ALAVÉS (3-1)

- Juan B. Martínez Madrid

Una despedida con sonrisa. Entre la maraña de convulsion­es que afectan al Barça, una Copa para decirle adiós a Luis Enrique, para cerrar una temporada de sinsabores y para coronar una vez más a Messi, el señor de las finales. Bajo la batuta del argentino, el equipo blaugrana conquistó anoche el noveno título de la era del asturiano en sus tres temporadas. El ejercicio podía haber sido mucho más brillante, pero mejor terminar así que con una derrota que habría sido sorprenden­te ante un Alavés que enseñó ilusión pero también inexperien­cia en envites de este calado. No pudo hacer más porque el diez del Barcelona decidió que el trofeo tenía que ser barcelonis­ta. Leo participó en los tres goles del triunfo. Marcando el primero, abriendo a la banda en el segundo y asistiendo en el último. La victoria, que sirvió también para cerrar la historia del estadio Vicente Calderón, tuvo también otros protagonis­tas inesperado­s. Alcácer, que metió el tercer tanto, y André Gomes, lateral derecho accidental, brillaron tras haber sido discutidos con razón durante la campaña. Fue una noche especial también para Aleix Vidal, que reapareció tras su grave lesión.

No es que se desatara la euforia, ni en los jugadores, comedidos, ni en la grada barcelonis­ta en una velada en la que se volvió a silbar con estruendo el himno español, pero la tercera Copa seguida para el equipo sí que resultó un consuelo, y más en unos días para echarse a temblar.

Al Barça le bastó un electrizan­te tramo final de la primera mitad para sellar su superiorid­ad. Porque no había pasado nada antes en el partido. Nada salvo la lesión de Mascherano tras un choque con la cabeza con Llorente. La colisión provocó una herida en la testa al argentino, pero lo peor fue la caída, porque el Jefecito resultó dañado también en la rodilla. Un contratiem­po de salida, lo que derivó en que Luis Enrique optara por André Gomes como lateral profundo de urgencia. El en-

El Barcelona decidió en el tramo final de la primera mitad con un Messi que intervino en todos los goles Alcácer, que metió el tercer tanto, y André Gomes, de lateral de urgencia, brillaron Los jugadores lo celebraron de manera comedida tras una campaña de sinsabores

cuentro estaba trabado. Entre las interrupci­ones por las faltas de un Alavés que salió con tres centrales, el fuerte vendaval que soplaba en el Manzanares y las imprecisio­nes, no había manera de que la final arrancara. Aunque es cierto que desde el principio se vio que Messi tenía interés, y cuando el rosarino está metido las diabluras se dibujan, se imaginan y, a la postre, llegan. Claro que el conjunto vitoriano estuvo cerquita de abrir el marcador porque Ibai Gómez le robó la cartera a Piqué y disparó. Su remate parecía fácil de atrapar, pero Cillessen, que hacía tres meses y medio que no jugaba y estaba como un flan, no lo logró. La pelota le pasó por debajo del cuerpo y fue al palo. La reacción barcelonis­ta resultó furibunda.

A la media hora el partido había despertado. Y lo mejor llegaría a continuaci­ón con unos minutos taquicárdi­cos que han sido tan frecuentes en este estadio. El primero que dio fue Messi. El argentino trazó una pared de fábula con Neymar y la enganchó desde la frontal para definir de manera espectacul­ar, como si deslizara un compás. Se avanzaba el Barcelona, lo que provocó la algarabía del sector de la grada blaugrana, que no se llenó y que fue el reflejo de las vicisitude­s que vive el club. En estos encuentros en que el conjunto fuerte ataca y ataca y el modesto se defiende para salir al contragolp­e se suele decir que cuando el grande abre la lata tres cuartas partes del trabajo están hechas. Pero, sin tiempo para que el Alavés se hundiera, llegó el empate. Iniesta cometió una falta innecesari­a y Theo Hernández, que militará en el Real Madrid, conectó un zapatazo sensaciona­l. Un tiro libre que se coló como una exhalación, aunque un análisis más detenido de la jugada indica que Cillessen se podría haber colocado mejor.

Venían curvas para el Barça, pero, en estas situacione­s de emergencia si Messi está lúcido, la solución acaba cayendo. Así, el crack controló otro balón en la media punta y abrió de forma magistral hacia An- dré Gomes. El portugués, con más ganas que nunca, centró para que Neymar remachara y adelantara de nuevo a los de Luis Enrique al borde del tiempo reglamenta­rio. El brasileño marcó en posible fuera de juego, aunque los futbolista­s del Alavés apenas reclamaron. Parecía que ya no cambiaría nada más hasta el entreacto, pero Messi no opinaba lo mismo. El genio filtró otro pase milimetrad­o al corazón del área, por donde se desmarcó Paco Alcácer. El valenciano, sustituto anoche del sancionado Suárez, no perdonó con un tiro cruzado impecable.

Justo premio a su buen trabajo en el partido, con movimiento­s interesant­es. Se desgañitab­a, ahora sí, la afición barcelonis­ta porque su equipo ponía tierra de por medio con un par de fogonazos psicológic­os.

De poco había servido el entramado de Pellegrino, que buscaba tapar las vías de acceso de Messi al poblar la zona central de su defensa, aunque quizás el castigo había sido un punto excesivo para los entusiasta­s vitorianos. Todavía restaba la segunda mitad para rematar la faena, y la sentencia pudo llegar en otro centro de Messi que remató Alcácer para que Pacheco realizara una intervenci­ón salvadora. También Iniesta y Rakitic lo intentaron. El Barça tocaba y tocaba muy cómodo, y André Gomes se gustaba con cabalgadas por la banda y finos gestos técnicos. Verlo para creerlo. El Alavés trataba de reaccionar, pero no hacía daño a los barcelonis­tas, que se adornaban demasiado porque lo veían muy fácil. Por ese exceso de confianza, los de Luis Enrique se llevaron un buen susto con una jugada embarullad­a que cazó Ely y desbarató Cillessen sobre la línea. Peligro, desconexió­n para el Barcelona, un clásico de toda la temporada, pero los de Pellegrino no tuvieron arrestos para más. El barcelonis­mo presente en el Manzanares pudo entonar el “campeones, campeones”, el “Messi, Messi” y el “Luis Enrique, Luis Enrique”. Ahora, empieza la era de Ernesto Valverde.

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DAVID RAMOS / GETTY
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El capitán Andrés Iniesta recogió la Copa del Rey y la bajó al césped, donde el Barcelona posó con el trofeo y celebró el título
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DANI DUCH

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