Trump choca con los socios del G-7 por el clima
Trump se modera en comercio, pero queda aislado en el acuerdo de París
Donald Trump quedó aislado en la reunión del G-7 por su negativa a aplicar los acuerdos de París contra el cambio climático. Sí que hubo progresos en política comercial.
La finezza diplomática italiana, de la que es un genuino representante el primer ministro Paolo Gentiloni, apenas pudo maquillar el principal fracaso de la cumbre del G-7: la fractura entre Estados Unidos y sus socios sobre cómo encarar el cambio climático. Washington decidirá la próxima semana si respeta o no los acuerdos de París, un plan de acción que el resto del G-7 sí asume con convicción y urgencia.
Pese a esta seria divergencia, la reunión que concluyó ayer en Taormina (Sicilia) no fue en balde y produjo significativos progresos. El presidente Donald Trump se avino a suavizar un poco sus posiciones –que partían de la grandilocuente consigna “America first”– en cuestiones vitales como el comercio internacional o la inmigración.
El encuentro de jefes de Estado y de Gobierno de las siete democracias económicamente más desarrolladas –una cita que se viene celebrando desde 1975– produjo un comunicado final de seis folios y 39 apartados. Como suele ocurrir, aunque esta vez todavía resultó más evidente, el texto fue prodigio de delicados equilibrios y pronunciamientos salomónicos. Gentiloni describió lo ocurrido con un educado eufemismo: “Hemos tenido una discusión más auténtica que en otras ocasiones”.
Los líderes de Estados Unidos, Canadá, Japón, Reino Unido, Francia, Alemania e Italia mostraron mucha sintonía ante grandes crisis internacionales como las de Libia, Siria y Corea del Norte. Consiguieron asimismo firmar, en el primer día de la cumbre, una declaración de lucha contra el terrorismo de matriz islámica y el extremismo violento que sitúa internet como un campo de batalla prioritario para enfrentarse al fenómeno. Está por ver cómo se plasmará la anunciada presión ejercida sobre los proveedores de internet para que identifiquen con más celeridad los contenidos peligrosos y oscurezcan sitios que hagan apología del terrorismo.
El G-7, que nació por iniciativa francoalemana (del presidente Valéry Giscard d’Estaing y el canciller Helmut Schmidt) después de la primera crisis del petróleo, reiteró su vocación de defender los sistemas de democracia liberal y de libre mercado. No obstante, sensibles al estado de ánimo de las opiniones públicas y al sentido del voto en muchos países, reconocieron que los cambios tecnológicos y la globalización no sólo han contribuido a elevar los niveles de vida de millones
El lema ”America first” se confronta con la realidad de negociar con los socios y alcanzar compromisos
de personas sino que además han generado desigualdades.
Rusia, que perteneció durante unos años al selecto club, después del final de la guerra fría, fue uno de los convidados de piedra de la cumbre de Taormina. Se usó un tono bastante duro contra Moscú. Fue mencionado en el contexto de la guerra en Siria. El comunicado exhortó “a aquellos con influencia en el régimen sirio, en particular Rusia e Irán”, a hacer todo lo que esté en sus manos para lograr una tregua efectiva, parar el uso de armas químicas y asegurar un acceso seguro de la ayuda humanitaria a la población civil.
Respecto a Ucrania, la cumbre sirvió para reafirmar los planteamientos, sin ninguna concesión a Putin. El G-7 mantendrá las actua-
les sanciones mientras no se pongan en práctica en su totalidad los acuerdos de Minsk y se restablezca la plena soberanía e integridad territorial ucraniana. No se reconoce, por supuesto, la anexión rusa de Crimea. E incluso hay más: podría haber “medidas restrictivas adicionales” contra Rusia, si es necesario, para hacerle pagar un precio mayor por sus acciones. Esta dureza fue difícil de encajar por Trump. Esta parte del comunicado y la que trata sobre el comercio obligaron a los sherpas (asesores de los mandatarios) a negociar el texto hasta las 2 de la madrugada.
Frente a Corea del Norte no hubo discrepancias. Se impuso la línea de Estados Unidos y Japón. El Gobierno de Pyongyang fue conminado a cumplir todas las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU y a abandonar “de modo completo, verificable e irreversible” su programa de armas nucleares y de desarrollo de misiles balísticos.
El apartado de comercio creó problemas a los negociadores. Las posiciones estaban alejadas. Al final se llegó a un equilibrio bastante virtuoso. “Reiteramos nuestro compromiso de mantener abiertos los mercados y de combatir el proteccionismo, al tiempo que nos mantenemos firmes contra todas las prácticas comerciales injustas”, aseguró el comunicado, en el cual se constató que el comercio no siempre ha generado beneficios para todos. Puede ser una obviedad, pero se recoge así el espíritu de Trump, muy quejoso por el astronómico déficit comercial estadounidense, sobre todo respecto a socios como Alemania. Algunos observadores como el profesor John Kirton, de la Universidad de Toronto, que dirige el G-7 Research Group, destacaron la evolución de la postura estadounidense, que hasta hace poco se negaba a que en los comunicados figurase una crítica al proteccionismo. “Hay problemas pero la posición estadounidense está evolucionando”, declaró una fuente conocedora de la negociación. “Debemos tener paciencia con Trump; está aprendiendo”, afirmó otro interlocutor que prefirió quedar en el anonimato.
En el terreno de la inmigración, una de las prioridades de los anfitriones italianos, hubo también cierta concesión norteamericana en el lenguaje y en los conceptos. El comunicado reconoció que es un fenómeno global que requiere estrategia a largo plazo. Se hizo hincapié en el respeto de los derechos humanos de los migrantes y refugiados, pero también de las prerrogativas de los estados a controlar sus fronteras y a decidir políticas en función de sus intereses nacionales y de seguridad.
En lo referente al cambio climático, el G-7 tomó nota de que Estados Unidos “está en el proceso de revisar sus políticas”, mientras el resto quiere aplicarlas con celeridad. No hubo ninguna pista sobre cuál será la decisión estadounidense, aunque antes de abandonar Taormina, Trump lanzó un tuit en el que anunció que se dará la conocer la próxima semana.
Ante el escollo del clima, hubo reacciones diversas. Más suaves y comprensivas las del francés Macron, el italiano Gentiloni y el canadiense Trudeau. Más irritada estaba la canciller alemana, Angela Merkel, quien dijo que la discusión sobre el tema había sido “difícil” y “muy insatisfactoria”.
Trump cambió de registro antes de subir al Air Force One y de regresar a Washington. Tras abandonar el G-7, visitó brevemente la cercana base aeronaval de Sigonella y dio una especie de arenga o mitin ante militares estadounidenses, a los cuales habló maravillas de la gira internacional que concluía y de todo lo conseguido en ella. Destacó la venta de armas a los saudíes.
Melania Trump fue la telonera del acto. “Mi marido ha trabajado muy duro en este viaje –dijo–. Estoy muy orgullosa de él”.
Los ‘sherpas’ trataron hasta la madrugada fórmulas aceptables para Trump y el resto
Reconocimiento de los derechos de los migrantes y también de la autoridad para controlar fronteras