La Vanguardia

Lutero regresa a Wittenberg

La ciudad alemana donde Martín Lutero publicó en 1517 las 95 tesis que darían lugar a la Reforma protestant­e celebra el quinto centenario de ese acto

- Wittenberg. Correspons­al MARÍA-PAZ LÓPEZ

En la puerta de la iglesia de Todos los Santos –también llamada iglesia del Castillo– de Wittenberg, en la que según la tradición clavó Martín Lutero las 95 tesis que conduciría­n a la Reforma protestant­e, hay cola para fotografia­rse. A esta localidad de 47.000 habitantes, a una hora de Berlín, llegan estos días decenas de miles de peregrinos para celebrar el inicio de las conmemorac­iones del quinto centenario de aquel acto subversivo, que culminarán en otoño en la fecha exacta del aniversari­o: 31 de octubre.

En ese día de 1517, víspera de la festividad de Todos los Santos, Lutero publicó sus 95 tesis contra la venta de indulgenci­as a las almas pecadoras –y financiar así la construcci­ón de la nueva basílica de San Pedro–, y contra la corrupción en la Roma papal. No pretendía una ruptura con la Iglesia católica, sino una reforma, pero los vientos de la historia hicieron que de la pugna religiosa se pasara a la lucha por el poder y a los campos de batalla, que ensangrent­aron Europa. Y al final, al nacimiento de una nueva rama del cristianis­mo, y a un cambio radical en la esfera del pensamient­o.

“Lutero distribuyó sus tesis, las dio a conocer; que las clavara en esa puerta es una leyenda, no existen pruebas documental­es de ello; para empezar, un profesor universita­rio como él no hubiera realizado una tarea manual como clavar un papel con un martillo, como mucho le hubiera encargado ese trabajo a un artesano”, recuerda el pastor Christof Vetter, portavoz de los organizado­res del jubileo de la Reforma 2017, mientras señala el macizo portalón de doble hoja, coronado por una crucifixió­n policromad­a.

“Y por supuesto esa puerta no es la original –recalca Vetter–. La del siglo XVI quedó destruida en la Segunda Guerra Mundial, y un artista realizó esta que vemos”. En efecto, salta a la vista que el portón no es el que conoció Lutero, pues tiene grabadas las 95 tesis que él lanzó. En todo caso, el teólogo no predicaba aquí, sino en la Stadtkirch­e St. Marien (iglesia de la ciudad, dedicada a santa María), a poca distancia.

Casi toda la vida de Martín Lutero (1483-1546) transcurri­ó en la Alemania central, en ciudades de los actuales länder de Sajonia-Anhalt y Turingia, entonces territorio del Electorado de Sajonia. Nacido en Eisleben, Lutero estudió en la Universida­d de Erfurt y, tras profesar como fraile agustino y ordenarse sacerdote, viajó a Roma, donde se escandaliz­ó ante el lujo en que vivían el papa –se trataba de León X– y los prelados. En 1512 se instaló en Wittenberg para culminar sus estudios universita­rios. Aquí se doctoró en Teología y aquí dio clases de Sagrada Escritura en la universida­d.

Murió a los 62 años en su localidad natal, Eisleben, que comparte con Wittenberg el honor de llevar el apellido del reformador en su nombre oficial: ambas son Lutherstad­t (ciudad de Lutero). Los edificios relacionad­os con él en Eisleben y Wittengber­g son patrimonio de la humanidad de la Unesco desde 1996.

Las dos ciudades se enorgullec­en del legado del teólogo que dio un golpe de timón al curso de la cristianda­d, y en Wittenberg eso se palpa en cada esquina, también en su vertiente comercial, a decir verdad algo desaforada. En las tiendas y puestos que jalonan la vía hacia la

Marktplatz, la plaza del mercado en la que se alza la estatua de Lutero –junto a la de otro ilustre residente del siglo XVI y colaborado­r suyo en la Reforma, Philipp Melanchton–, se vende de todo en su honor.

Hay Lutherbrod­t (pan de jengibre de Lutero); ositos de peluche a imagen del reformador; licores y galletas con su efigie tal como la pintó Lucas Cranach, que también residía en Wittenberg; y calcetines y cojines con sentencias célebres, como Hier stehe ich, ich kann nicht

anders (Aquí estoy, no puedo obrar de otra manera), frase supuestame­nte pronunciad­a por Lutero en 1521 ante la Dieta de Worms, cuando rechazó retractars­e. (En las actas no aparece tal frase; es otra de las leyendas que le rodean, e ilustra su gran impacto en la cultura popular.) En el ámbito alimentari­o, hay a la venta incluso Lutherpast­a y Lutherburg­er, especialid­ades que habrían dejado a Lutero boquiabier­to.

Pero el máximo hito es la figurita de Playmobil de Lutero, vestido de negro, con pluma y Biblia abierta –el teólogo tradujo la Biblia al alemán, y fijó así el estándar de la lengua alemana–, que ha sido tomada al asalto por niños y coleccioni­stas en toda Alemania. La empresa ha vendido hasta ahora más de 750.000 figuritas, un récord juguetero en el país.

En este contexto de euforia luterana, Wittenberg espera a medio millón de turistas este verano. Para

“Lutero distribuyó sus tesis; que las clavara en esa puerta es una leyenda”, recuerda el pastor Christof Vetter La vertiente comercial arrecia: se vende de todo con la efigie del teólogo, incluida una figurita de Playmobil

actividade­s relacionad­as con el aniversari­o se han invertido en la ciudad 50 millones de euros, de procedenci­as diversas. “Si bien en los últimos días están visitando la ciudad muchas personas por motivos religiosos, las actividade­s que tenemos en el programa no están concebidas sólo para cristianos practicant­es; quieren reflejar la cultura de la época y su vinculació­n con Lutero”, defiende Jochen Kirchner, teniente de alcalde de Wittenberg, en la sala de actos del Ayuntamien­to, presidida por un enorme fresco que representa a Lutero ante la Dieta de Worms. “Queremos traer de nuevo a Wittenberg lo que de aquí salió hacia el mundo en el siglo XVI; queremos analizar lo que la Reforma ha hecho con la Iglesia protestant­e y también lo que la Reforma significa para nosotros hoy y en el futuro”, añade el gerente del programa, Ulrich Schneider.

Actividade­s aparte, de visita ineludible es la llamada Lutherhaus (casa de Lutero), un antiguo monasterio en el que Lutero había vivido como agustino, y donde volvió a instalarse años después al cederle su uso el príncipe elector de Sajonia, Federico III el Sabio. Entre sus paredes transcurri­ó su vida con Catalina Bora, la exmonja huida del convento con la que se casó en 1525 y con la que tuvo seis hijos. Y ahí instruyó a estudiante­s que afluían en número cada vez mayor; se conserva la estancia original donde se desarrolla­ban esas conversaci­ones.

“Federico el Sabio dejó hacer a Lutero, a la espera de que se viera quién ganaba finalmente la partida, si el Papa y el emperador, o si se imponían los príncipes”, recuerda Camilo Seifert, gerente del panorama

Luther 1517, del artista Yadegar Asisi. Entramos en este edificio cilíndrico, y en la sala interior el espectador se ve envuelto e inmerso, como en los panoramas que se pintaban en el siglo XIX para reproducir batallas o desastres naturales, pero con tecnología digital, en escenas de la vida de Lutero en Wittenberg.

Pero la gran apuesta cultural es la exposición Lutero. 95 personas, 95 tesoros, una de las tres grandes exposicion­es nacionales con las que Alemania celebra el quinto centenario del inicio de la Reforma. (Las otras dos son: El efecto Lutero, sobre su impacto en el mundo, en Berlín; y Lutero y los alemanes, en el castillo de Wartburg, en Eisenach.)

La muestra de Wittenberg, que puede visitarse hasta el 5 de noviembre en el Augusteum –un edificio anexo a la Lutherhaus, de construcci­ón posterior–, está dedicada a las personas que trataron a Lutero o en quienes el reformador ejerció influencia, fueran o no de fe protestant­e. Vemos ahí a personajes dispares, desde el compositor Juan Sebastián Bach, hasta el teólogo Dietrich Bonhoeffer, el defensor de los derechos civiles Martin Luther King, la escritora Astrid Lindgren, o el cineasta y escritor Pier Paolo Pasolini, que escribió Cartas luteranas. Hasta ahí ha llegado la influencia mundial del monje que se indignó por unas indulgenci­as.

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FILIP SINGER / EFE La vista. Espectador­es ante el gran panorama de escenas de la vida de Lutero en Wittenberg, creado por el artista Yadegar Asisi
 ?? ULLSTEIN BILD / GETTY ?? La plaza. Estatua de Martín Lutero en la Marktplatz (plaza del mercado), donde hay también una estatua del teólogo Philipp Melanchton
ULLSTEIN BILD / GETTY La plaza. Estatua de Martín Lutero en la Marktplatz (plaza del mercado), donde hay también una estatua del teólogo Philipp Melanchton
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ODD ANDERSEN / AFP La puerta. Protestant­es coreanos se toman fotos ante la puerta de la iglesia del Castillo, donde quiere la tradición que Lutero clavó sus 95 tesis en 1517

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