La Vanguardia

“Lo que haga falta”

- Isabel Garcia Pagan

La respuesta exprés de Rajoy ha afectado el plan del soberanism­o, pero sólo se prevé un camino: “Seguir”

En torno a Mariano Rajoy se ha debatido durante meses (años) sobre la convenienc­ia o no de suspender la autonomía de Catalunya si avanzaba hacia la independen­cia, y se ha hecho sin que el líder del PP haya entrado nunca en el juego. Pero a diferencia de lo que pudiera pensar el presidente desde su atalaya de la Moncloa, el tiempo no lo cura todo y acostumbra a añadir obstáculos.

El Gobierno del PP intenta esta legislatur­a reconstrui­r su relato sobre Catalunya, si alguna vez lo tuvo. Se ha ganado algo de sofisticac­ión, aunque la factura, siendo los mismos protagonis­tas, sea igual de tosca cuando se ejecuta desde ministerio­s como el de Defensa. En las últimas semanas se han alimentado dos líneas de actuación. La primera buscaba imponer la imagen de división entre ERC y PDECat en el Govern y situar las elecciones como elemento catalizado­r del proceso soberanist­a hacia el autonomism­o clásico. La segunda pasa por convertir el manual de la Moncloa contra el referéndum en un guión a favor de la democracia. La conversión la ha facilitado la proliferac­ión de documentos y versiones de la ley de desconexió­n. Un texto de fecha desconocid­a –el Govern lo sitúa hace un año atrás– y destino incierto –no hay independen­tista en el Palau que no matice su contenido sin desmentirl­o– que permite ahora al Gobierno de Rajoy incardinar en su discurso términos como “golpe de estado” y “dictadura” sin que cunda el pánico. No se puede actuar contra un borrador de la desconexió­n, pero sí preparar el terreno y acelerar las respuestas. Esa fue la asignatura pendiente del gobierno en el 9-N.

El intercambi­o epistolar entre Puigdemont y Rajoy es un sprint en el conflicto y ha devuelto la política a formalidad­es del siglo pasado pero con consecuenc­ias a velocidad de redes sociales. Desde Barcelona, Puigdemont ha puesto en marcha la cuenta atrás para convocar el referéndum y el vicepresid­ente Junqueras sostiene que la posición de la Generalita­t es “conservado­ra, moderada y prudente”. Desde la Moncloa, Rajoy exhibe autoridad para borrar la etiqueta de inmovilism­o con una respuesta en menos 24 horas. Garantiza que no va a permitir que se “liquide” el orden constituci­onal y, aunque prefiere “no adelantar acontecimi­entos”, su ministra de Defensa anuncia que el Ejecutivo del PP hará “lo que haga falta” para que no haya referéndum. “No le quepa la menor duda”.

En el bloque soberanist­a admiten que en Madrid trabajan con más efectivida­d que hace un año y, aunque el plan que conduce al referéndum se ha visto afectado por la rapidez de réplica de Rajoy –no esperaban noticias hasta el viernes y mucho menos una carta exprés–, sólo hay un camino. “Seguir…” ¿Es suficiente con la voluntad y la determinac­ión del independen­tismo? Lo que falta es previsión estratégic­a, lamenta uno de los maestros de la audacia y la astucia del proceso soberanist­a. ¿Cuál será el siguiente paso tras anunciar fecha y pregunta? Es como si le pides al conejo que saque la cabeza cuando el cazador le apunta, responden. Pero, como Cospedal, se hará “lo que haga falta”.

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