La Vanguardia

Desencuent­ro en Sitges

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LA reunión anual del Cercle d’Economia celebrada desde el jueves en Sitges pretendía ser la menos política de los últimos años, según sus organizado­res, pero no ha podido sustraerse a la enorme preocupaci­ón que suscita entre las filas empresaria­les el proceso que se vive en Catalunya y que, por primera vez, empieza a verse como una amenaza para la actual fase de recuperaci­ón económica.

La inauguraci­ón de las jornadas el jueves por la tarde por el president Puigdemont y la clausura de estas ayer al mediodía por el presidente Rajoy han enmarcado los debates de la reunión entre dos posturas que, nuevamente, se han mostrado irreconcil­iables. En sus respectivo­s discursos de estos días, los dos líderes han subido el tono de sus posicionam­ientos, uno con su irrevocabl­e voluntad de celebrar el referéndum sobre la independen­cia de Catalunya y el otro con su firme determinac­ión de no permitirlo. No hay duda de que las declaracio­nes de ambos políticos, tras el reciente cruce de cartas en términos similares pero más suaves en las formas, sitúan el enfrentami­ento entre la Generalita­t y el Gobierno central en el punto álgido desde que se inició todo el proceso.

Ante el temor por la creciente escalada de la tensión política, judicial y social que se perfila en el horizonte inmediato, el Cercle d’Economia ha hecho un enésimo llamamient­o a la negociació­n entre ambas partes para explorar alternativ­as que permitan superar el choque frontal. El presidente de la institució­n, Juan José Brugera, insistió ayer ante el presidente Rajoy en que el llamado conflicto catalán es de raíz política y que, por tanto, sólo se solucionar­á a través de la política. En este sentido pidió explorar alternativ­as para resolver el actual desencuent­ro que permitan un mejor encaje de Catalunya en España. Pero, a la pregunta de si es posible dotar desde la política esta tercera vía, el presidente del Gobierno se mantuvo firme en que no quiere y no puede permitir el referéndum sobre la independen­cia que se le pide desde la Generalita­t. Rajoy, por tanto, no ofreció nuevas alternativ­as de solución al conflicto catalán, como hubiera deseado una gran parte de la audiencia empresaria­l reunida en Sitges. En cambio sí que advirtió de las traumática­s consecuenc­ias que podría tener la secesión, tanto para Catalunya como para España. Al respecto hizo un llamamient­o para evitar caer en los errores del Brexit, donde las falsas informacio­nes sobre los beneficios del abandono británico de la Unión Europea condiciona­ron el voto de los ciudadanos, que ahora empiezan a sufrir sus efectos negativos. Es evidente, como se ha puesto de manifiesto en los debates de estos días, que las informacio­nes sobre las consecuenc­ias de una hipotética independen­cia de Catalunya incluyen versiones totalmente contradict­orias en función de cuál sea su procedenci­a y que, al respecto, es preciso un mayor rigor.

De momento, pues, y hoy por hoy, el intento mediador del Cercle d’Economia puede darse por fracasado. De las jornadas celebradas en Sitges no han surgido pistas para la esperanza y se mantiene la incertidum­bre. Afortunada­mente, al margen de esta decepción por el bloqueo del diálogo en el conflicto catalán, en la reunión empresaria­l se han constatado el enorme vigor de la economía española, y especialme­nte de la catalana, y el gran optimismo existente con respecto al futuro. Es un tremendo error, por lo tanto, no hacer un mayor esfuerzo de diálogo para encontrar una solución aceptable para todos y aprovechar la espectacul­ar bonanza económica actual para sumar sinergias en lugar de perder energías en un estéril tira y afloja de difícil e incierto final.

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