La Vanguardia

Elogio del calzonazos

- Joaquín Luna

Una de las desventaja­s del hombre divorciado –cuya vida incierta desaconsej­o a los lectores de Tintín menores de 7 años y mayores de 77– es que nunca podrá llegar a ser un calzonazos, estado de la vida de un hombre con pareja en la que todo le resbala, le entra por un oído y le sale por otro, karma que garantiza paz y sólo requiere una única –y simple– condición: hacer lo que te mandan.

–Ya no quedan calzonazos. El domingo igual escribo su epitafio.

Marga y Elena, buenas compañeras, opinaron lo contrario: –Sigue habiendo calzonazos... Para desconexió­n, la mía. Yo daba por descontado que el calzonazos era un figura masculina del siglo XX, barrida por el progreso, la igualdad de género y las mujeres del siglo XXI que tanto luchan en el día a día por hombres que ni manden ni se dejen mandar.

La opinión me dejó sin tesis porque quería aprovechar esta tribuna –a ver si así alcanzo en vida la condición de tribunero– para reclamar a la RAE la supresión de una entrada que denigra la condición femenina. Y digo bien porque al calzonazos la igualdad de género, la ensalada de quinoa y el horario de los partidos del Barça se la traen al pairo pero en cambio el término insulta a tantas mujeres que lo último que quieren –digo yo– es “gobernar a su pareja”. Es cierto que he encontrado algunas mujeres que me querían gobernar, pero la cosa nunca ha ido a más porque yo vivo en el desgobiern­o y ellas han terminado por vivir con otro y ser felices.

A mí la definición de calzonazos no me convence y la encuentro sexista: “Dícese del hombre que se deja gobernar por su pareja”. El calzonazos es, en el fondo, un tipo inteligent­e que hace lo que le da la gana y pasa por el tubo para ganar tiempo libre, dedicar horas a la lectura y llevar una vida sin complicaci­ones extralabor­ales.

Como mandar cansa y a veces quienes mandan disfrutan siendo mandados –sólo hay que charlar con alguna madame de sado–, el calzonazos desarma a cualquiera y al final no es gobernado sino etiquetado de imposible, lo cual le abre un nicho no al cementerio sino un nicho vital porque las mujeres se cansan de mandarle.

Y cuando el calzonazos lo obedece todo y cumple con su parte, a lo sumo le cae algún reproche: –¡A ti todo te da igual! La frase es muy injusta y no hay calzonazos que se la merezca porque él no ha defraudado a su pareja y lo obedece todo, a diferencia del viva la Virgen o aquellos maridos que se iban a comprar tabaco al bar de la esquina.

Gran parte de culpa es de los machistas con pareja que cuando salen en manada a cenar y alguien falla a la cita le endilgan pronto la etiqueta de “calzonazos”, como si fuese un insulto grave y no un canto a la inteligenc­ia, el sentido común y la felicidad conyugal.

¡Los calzonazos sí que saben!

El término ‘calzonazos’ denigra a la mujer porque presupone que le gusta gobernar a su pareja

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain