El lector expone
Derecho a pedir plaza en una residencia
A las ocho menos cuarto de la mañana he recibido una llamada del servicio de teleasistencia informándome de que mi madre ha pulsado el botón de socorro porque mi padre, enfermo de alzheimer, estaba agrediéndola. Les pido que avisen a una ambulancia para llevarlo al hospital, pues para estos casos en la población donde residen no hay servicio médico a domicilio.
Cojo el coche y salgo corriendo para casa de mis padres, donde me encuentro a los trabajadores del servicio de ambulancias y un par de mossos. Mi madre, asustada, llorando y con los nervios deshechos, y mi padre que sigue agresivo y se niega a ir al hospital, pero no se lo pueden llevar contra su voluntad.
Mi padre debería estar ingresado en una residencia, pues es un peligro para él mismo y para mi madre, pero a pesar de haber pedido la dependencia y, por tanto, el derecho a pedir plaza en una residencia en noviembre del 2015, tendremos que esperar todavía un buen puñado de meses para poder ingresarlo en la menos solicitada de las residencias. Mi madre, que supuestamente es la cuidadora, tiene pedido el reconocimiento de situación de dependencia pues tiene dificultades para valerse por sí misma y ya hace mucho tiempo que no puede salir sola a la calle.
Hasta la fecha no han recibido ninguna ayuda de la Generalitat y los pocos ahorros que tienen son para ayudar a pagar a una chica que ya empieza a estar agotada del trabajo. Todos los profesionales a los que he expuesto la situación que estamos viviendo me han dicho lo mismo: “Esto es cosa de Servicios Sociales”, y yo me pregunto: ¿qué criterio sigue Servicios Sociales para asignar derecho a pedir plaza en una residencia?
JORDI CASANOVAS PÉREZ
Girona