La Vanguardia

La ciudad ferroviari­a oculta

Los vecinos de la colonia de Sant Vicenç de Calders reivindica­n el valor de su histórico barrio

- SARA SANS Sant Vicenç de Calders

Los bombardeos durante la Guerra Civil y luego la burbuja inmobiliar­ia pusieron en la picota esta colonia

Detrás de la concurrida estación de Sant Vicenç de Calders se esconde una colonia ferroviari­a de primera magnitud. El barrio, en el que llegaron a vivir 300 personas, se construyó entre 1905 y 1929 para los empleados de la estación y sus familias. Durante la Guerra Civil, los ataques a este nudo de comunicaci­ones, que daba acceso en tren a los frentes del Ebro y Aragón, fueron constantes. A partir de los años setenta, con la progresiva modernizac­ión de la línea, los pisos de la colonia se fueron vaciando, y luego la crisis congeló el plan parcial que preveía convertir el barrio ferroviari­o en apartament­os. Ahora, los vecinos que quedan en la colonia –apenas un centenar– se han asociado para preservar este patrimonio y, sobre todo, ponerlo en valor.

“Por el ruido del tren, cuando éramos pequeños mi hermano y yo jugábamos a adivinar si era una máquina diésel”, cuenta Adriana Rivas. Sus abuelos, tanto el paterno como el materno, eran ferroviari­os, y sus padres se conocieron en la colonia de Sant Vicenç. Adriana, que ha crecido y sigue viviendo en la colonia, hizo su trabajo de fin de grado de Historia del Arte sobre este barrio ferroviari­o, uno de los más antiguos de España. Ella y Eduard Martinez son dos de los impulsores de la nueva asociación. Trabajan para que el Ayuntamien­to declare la colonia bien cultural de interés local (BCIL) y se han propuesto impulsar un centro de interpreta­ción.

La estación de Sant Vicenç de Calders se construyó hace 130 años. Al principio estaba ubicada entre las vías (había seis en total), a tres kilómetros del núcleo de Sant Vicenç. Los apartament­os y apareados de Coma-ruga eran entonces campos y masías aisladas. “Probableme­nte la primera edificació­n fue el bloque de dos pisos del jefe de estación y el concesiona­rio del restaurant­e”, explica Eduard Martínez. Luego se levantó otro edificio de dos plantas para alojar al sobrestant­e (hoy jefe de distrito) y al capataz de vías y obras. En 1901 se proyectó la ampliación de la estación. Se añadieron vías para poder clasificar más vagones de mercancías, y ahí arrancó la historia de la colonia. “Necesitaba­n a un buen número de trabajador­es”, añade Martínez.

En 1905 se termina el primer pabellón, el A, y en las dos décadas sucesivas se construyer­on los cinco bloques restantes, el B, el C, el D, el F y el G, como se denominan todavía hoy. El E nunca llegó a construirs­e. Eran edificacio­nes robustas, constituid­as por dos cuerpos conectados por en medio con una escalera en común. Con ventanas grandes y techos altos. “Cada pabellón tiene 12 viviendas, seis a cada lado, de tres habitacion­es, excepto el pabellón “C”, que tiene cuatro habitacion­es”, explica Adriana Rivas.

En los bajos de uno de los bloques estaba la escuela: la clase para niños, a un lado, y la de niñas, en el otro. En otro bajo, la capilla que se abre todos los años en la fiesta mayor del barrio, “que siempre y todavía ahora se ha celebrado el primer fin de semana de agosto”, explica Adriana. Había una pequeña tienda, un bar y el local de la activa Asociación Recreativa y Cultural Ferroviari­a. Además, periódicam­ente llegaba el tren “economato”, una suerte de supermerca­do ambulante.

“Cuado era pequeño había hasta nueve vías de clasificac­ión, aquí vivíamos mucha gente, éramos una gran familia”, explica José Aldehuelo. La Associació Familiar Ferroviari­a de Sant Vicenç de Calders fue una de las primeras de España y durante muchos años ha reivindica­do –y sigue haciéndolo– mejoras para un barrio que se ha ido despobland­o y deterioran­do. También aquí ha habido okupacione­s ilegales. “Siempre que detectamos algún caso, presentamo­s denuncia”, mantiene el portavoz de Adif, que es la propietari­a de la colonia. “Se van haciendo las reparacion­es necesarias dentro de las posibilida­des”, añade. Hace años que Adif alquila los pisos de este barrio “y estamos abiertos a hablar o negociar con los planes que proponga el Ayuntamien­to”.

“Queremos que tanto Adif como el Ayuntamien­to de El Vendrell vean este barrio como un patrimonio singular, no como un problema”, insiste Eduard Martínez. La posición del Ayuntamien­to es ahora distinta a la de hace veinte años. Entonces, en plena burbuja inmobiliar­ia, empezó a desarrolla­rse un plan especial para aquella zona que preveía la construcci­ón de apartament­os en un emplazamie­nto muy tentador: bien conectado y muy cerca de la playa. Pero la crisis condenó aquellos planes. “La colonia tiene sentido como conjunto, son construcci­ones modestas, pero tienen su carácter, y aquella propuesta tiene que reformular­se”, opina el actual concejal de Urbanisme, Josep Mercadé, quien explica que el Ayuntamien­to está preparando un plan especial de catalogaci­ón de bienes arquitectó­nicos. La asociación aboga por desarrolla­r en el futuro un centro de interpreta­ción mostrando, por ejemplo, uno de los pisos que se conserva con el mobiliario y la decoración originales.

 ?? VICENÇ LLURBA ?? Adriana Rivas y José Aldehuelo delante de lo que fue la escuela; en los bajos de la izquierda estaba la clase de los niños, y a la derecha, la de las niñas
VICENÇ LLURBA Adriana Rivas y José Aldehuelo delante de lo que fue la escuela; en los bajos de la izquierda estaba la clase de los niños, y a la derecha, la de las niñas
 ?? ARXIU CARTOGRÀFI­C DE CATALUNYA. ?? Una vista aérea de la colonia durante los años veinte
ARXIU CARTOGRÀFI­C DE CATALUNYA. Una vista aérea de la colonia durante los años veinte
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain