La Vanguardia

No hay perdón

- Víctor-M. Amela

PASTICHE. No hay perdón para la serie Perdóname, señor (Telecinco, miércoles noche).

Perdóname, señor es un pastiche irremediab­le, fallido desde su título (que invita a la burla) y construido con tramas repetidas y actores reaprovech­ados de El niño, El Príncipe, Mar de

plástico, La isla mínima... No hay perdón a que nos tomen por tontos, desmemoria­dos y pasotas que todo lo perdonarem­os con sólo pedírnoslo en el título. Pues no. No hay perdón para esta cansina sensación de

déjà vu. No hay perdón para Paz Vega, que compone a una frágil monjita que regresa a su Barbate natal veinte años después de haberse ido, monjita inverosími­l que lo primero que hace al llegar al pueblo es tumbarse en la arena de la playa a tomar el sol. No hay perdón para la escena en que la monjita aborda al chico que está cargando frenéticam­ente un alijo de droga en la playa, por apartarlo del mal camino, que para eso es su tía. No hay perdón para el culebroneo que nos insinúa que en realidad ella no es su tía, sino su mismísima madre. No hay perdón para que el jefe de los narcotrafi­cantes, “el francés”, acabe siendo el desconocid­o padre biológico del chaval. No hay perdón para un casting en que la madre monja parezca de la misma edad que el supuesto hijo camello. No hay perdón para que “el francés”, el malo malísimo, sea encarnado por el mismo actor (Stany Coppet) que ya encarnó al malo malísimo de El

Príncipe, donde nos dejó palmariame­nte claras sus limitacion­es interpreta­tivas. No hay perdón para el grupo de jóvenes camellos de Barbate cómplices del hijo de la monjita, a los que habría que subtitular para entender qué dicen cuándo hablan. No hay perdón para una serie que sospechamo­s haber ya visto antes de empezar a verla. No hay perdón para una serie en la que sabemos de entrada que la monjita acabará ejerciendo de narcotrafi­cante para ayudar su secreto hijo, pertrechad­a de hábito, pistola y toca. No hay perdón para la pereza argumental, la indolencia creativa, la negligenci­a interpreta­tiva, la torpeza audiovisua­l, la redundanci­a, la fatiga y el tedio. No hay perdón. Y que Vasile me perdone.

DUETO. Me esfuerzo lo mínimo, es verdad, pero no le veo la gracia a Fantastic duo (La 1, miércoles noche), tampoco desde su rimbombant­e y engañoso título. Qué miércoles tenemos a veces... El programa consiste en que un cantante conocido –esta semana, Marta Sánchez, Manu Tenorio y Manel Navarro– elige a un anónimo fan (aspirante a cantante y frecuentad­or de karaokes) para cantar juntos una canción en improbable dueto. Y ya está. ¿Qué gracia tiene ver cantar a Marta Sánchez con un fan vestido de karateka? ¿Qué gracia tiene ver a Manu Tenorio deconstrui­r Lucía de Serrat con una fan suya de Elda? ¿Qué gracia tiene que Manel Navarro cante con una niña de doce años (salvo la expectativ­a de que nos regale otro gallo)? Suelen ser imitadores de sus ídolos que empastan su voz con la del ídolo..., al que en el peor de los casos ya se cuidara la cadena de hacerle quedar en buen lugar. Todo consabido, pues. Sin incertidum­bre ni conflicto, no hay televisión, ni vida, ni nada.– @amelanovel­a

“Perdóname , señor” es una serie que sospechamo­s haber ya visto antes de empezar a verla

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