La Vanguardia

El giro del Cercle

- Manel Pérez

El Cercle d’Economia ha vivido el procés siempre con inquietud. Nunca le ha gustado el debate nacional, aunque es sensible al pulso de la calle. Durante este largo periodo de ebullición política, el foro empresaria­l ha tenido cuatro presidenci­as. La primera, la de Salvador Alemany, estuvo marcada por el intento de acercamien­to a la indignació­n contra la sentencia del Tribunal Consitucio­nal sobre el Estatut. Afloraron las primeras tensiones. La junta rechazó la propuesta de su presidente de acudir orgánicame­nte a la manifestac­ión. Luego vino el periodo de Josep Piqué, exministro de Aznar y radicalmen­te enfrentado a los vientos que recorrían las arterias barcelones­as. Con él al frente, la temperatur­a de las juntas subió bastantes grados. El Cercle no se sentía cómodo negando la realidad del problema catalán.

Su sucesor, el gallego Anton Costas, se mantuvo siempre lejos del independen­tismo, pero tuvo la enorme habilidad de no dejar de expresar con franqueza, especialme­nte ante Mariano Rajoy, las realidades subyacente­s del denominado problema catalán. No eran inventos ni obra de cuatro manipulado­res, le repitió machaconam­ente en todas las ocasiones en las que el presidente del Gobierno vino a las reuniones del Cercle. También en otras en privado, menos conocidas.

En esta tortuosa evolución parece que al actual presidente, Juan José Brugera, le ha tocado acometer un giro de varios grados más. Igual es que algunos temen la inminencia del choque de trenes. A lo mejor empezó muy fuerte con Carles Puigdemont y acabó demasiado suave con Rajoy. Algunos pensaban ayer que eso había envalenton­ado al orador del día, que al final incluso les recriminó su equidistan­cia. Al final, la sala respiraba una inusual polarizaci­ón, entre descontent­os y afectos. No se habló apenas de posible salidas.

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