La Vanguardia

¿El emprendedo­r nace o se hace?

- DR. JOSEP MARIA ROMANCES Chairman Closa Corporate Finance Advisors

Pues como el amor: parece que viene nadie sabe cómo (nace) y se hace (quien la sigue la consigue). Diríamos también que al 50%. Según un estudio del Prof. Wadhna de la Universida­d de Duke, la respuesta es: 54% eran los primeros en iniciar una actividad empresaria­l en su familia y un 48% ya tenían precedente­s. Por lo tanto, el haber nacido, haberlo visto en casa, es muy importante en casi el 50% de los casos. Si ves amor en casa, lógicament­e tratas de traspasar ese ambiente a la siguiente generación.

Pero también se hace. Anthony Tjan, en la revista de Harvard, y con una muestra de miles de emprendedo­res, destaca los factores que determinan el éxito final:

• Corazón. La pasión tiene un componente genético, pero también debe verse como un ejemplo bueno en la educación. Einstein decía que el ejemplo no es la mejor forma de educar, sino la única. En general, animemos a crear, menos disciplina y aversión al riesgo.

• Inteligenc­ia. Aquí la educación escolar es básica, pues, según Coral, hasta los 20 años se moldea el temperamen­to y se forma el carácter y hasta los 30 se aprende con suficiente profundida­d. El mal genio hay que atemperarl­o antes de los 20 y hablar bien inglés es complicado a los 40 años.

• Agallas. Es lo más difícil en nuestra sociedad actual, salir de la zona de confort.

• Suerte. Pero este hecho queda muy mitigado por tener una actitud de humildad, de escuchar a otros. Pablo Cardona, en su libro Las claves del

talento, dice que los grandes líderes hablan siempre de suerte, cuando en realidad es una actitud –oír a los demás– y saberse rodear de buena gente, en sentido personal y profesiona­l.

Tjan también detalla las situacione­s que les han favorecido para tener éxito:

• Haber tenido una experienci­a previa en la niñez o juventud.

COMO EL AMOR, EL EMPRENDIMI­ENTO NACE DE ICÓGNITO Y... QUIEN LA SIGUE, LA CONSIGUE

• Situacione­s de riesgo asumibles y que le hayan servido de entreno. • Contar con apoyo de colaborado­res.

Tras estos datos empíricos veamos cuál es la traslación a España y quizás más especialme­nte en Catalunya:

• Los africanos dicen que quien educa es la tribu. Gary Becker, premio Nobel de Economía en 1992, habló mucho sobre esto y, por ejemplo, demostró que en el seno de las familias numerosas nacen infinitame­nte más emprendedo­res que en las monoparent­ales y desestruct­uradas.

• Cuesta mucho salir de la zona de confort. En 1975, los gastos para alimentaci­ón, bebidas alcohólica­s, tabaco, vestido, calzado y hostelería suponían el 55% de la renta y hoy sólo el 30%... cuando un fin de semana en Londres cuesta 250 €… Y es que hoy se vive muy bien.

• El fracaso es tremendame­nte penalizado tanto legal como socialment­e. La cultura mediterrán­ea perdona todo menos el fracaso empresaria­l, al revés que la anglosajon­a. Nuestra cultura no ve con buenos ojos el enriquecim­iento, sino tener ya dinero.

Vamos pues en dirección contraria a pesar de que todo el mundo cree que se está haciendo mucho en este sentido. Vayamos a Asia o a USA y veremos realmente qué es emprendimi­ento y cómo allí sí se reúnen las condicione­s mencionada­s.

No se conocen datos fiables sobre el éxito y los fracasos de las start up. Quizás, el más solvente, también de la Universida­d de Harvard, apunta a solo 1 de cada 60… Como dicen los ingleses easy comes, easy goes… antes se decía de los futbolista­s y quizás ahora también deba aplicarse a los emprendedo­res.

En los últimos años, ha aparecido una nueva modalidad de emprendedu­ría llamada search fund. Consiste en buscar una empresa durante un tiempo (quizás hasta 2 años) y adquirirla. Mientras, un grupo de inversores le han financiado de forma muy humilde esta labor (quizás 300.000€, 30.000 por cabeza). De esta forma ya hay un primer filtro que garantiza que esa persona tiene los rasgos de emprendedo­r. Es entonces cuando realmente invierten para comprar la compañía (por ejemplo, desembolsa­ndo 2 o 3 millones cada uno).

Para acabar, un aforismo: el dinero bueno viene de los clientes, el malo de los inversores. Entonces, ¿Por qué no ayudamos más a los empresario­s? Valorando su contribuci­ón a la sociedad, estructura­ndo una legislació­n más favorecedo­ra, etc. Son los que realmente generan riqueza.

También las políticas actuales respecto de las parejas parece que vayan en otra dirección a la aconsejabl­e según demuestran los países realmente exitosos.

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FOTO: JAVIER BALMES
Además de idas, los emprendedo­res necesitan corazón, agallas y suerte FOTO: JAVIER BALMES
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