May y Corbyn politizan el atentado de Manchester
Se abre una investigación sobre posibles fallos de inteligencia
Primero son la conmoción, el dolor y la solidaridad con las víctimas, después las recriminaciones, las críticas y el oportunismo de partido. En plena campaña electoral, con los comicios a diez días vista, era imposible que el atentado de Manchester y sus 22 muertos no se politizaran. El asesinato de la diputada laborista Jo Cox por un loco xenófobo y ultraderechista no impidió que ganara el Brexit, y la primera ministra va a hacer todo lo posible para que la bomba de la semana pasada no obstaculice la rotunda victoria conservadora que pronostican las encuestas.
Dos miembros de su gabinete, la ministra de Interior, Rudd Amber, y el titular de Defensa, Michael Fallon, acusaron ayer al líder del Labour, Jeremy Corbyn, de ser un “mal patriota” por vincular la política exterior del Gobierno y las guerras de Siria, Irak y Afganistán al auge del yihadismo y lo ocurrido en Manchester, y proclamaron que con él en el 10 de Downing Street los terroristas tendrían carta verde y el número de sucesos se multiplicaría de manera exponencial. Los tories siempre han jugado la carta de la seguridad como un comodín, y no van a permitir que sus rivales se la arrebaten de las manos así como así.
La respuesta laborista no se hizo esperar en la escalada de acusaciones políticas que ha seguido al atentado del Manchester Arena, mientras 54 personas siguen hospitalizadas, de ellas 19 en estado crítico. La responsable de Interior, Diane Abbott, mujer de confianza de Corbyn, afirmó que “los severísimos recortes que han hecho los conservadores a los presupuestos de la policía y los controles aduaneros tienen consecuencias, y una de ellas es que nuestras calles y fronteras son menos seguras”. Según la veterana diputada, “los ciudadanos tienen derecho a esperar que su protección sea la prioridad número uno de quienes mandan, y los actuales responsables, en su obsesión por la austeridad, les han fallado”. Es una queja que podría estar teniendo un cierto eco entre los votantes, a juzgar por una encuesta publicada el domingo por
The Sunday Times, según la cual la ventaja de Theresa May habría quedado reducida a cinco puntos (más que suficientes para ganar, pero no por la mayoría aplastante que busca). Otros sondeos, sin embargo, apuntan a diferencias más amplias entre los dos principales partidos.
Es la hora de empezar a preguntarse por qué Salman Abedi no se encontraba sometido a una vigilancia más estrecha, a pesar de que familiares, compañeros de estudios, profesores, imanes moderados y miembros de la comunidad libia de Manchester habían advertido en varias ocasiones de su radicalización, y del peligro de que cometiera un atentado. ¿De qué sirve que los servicios de seguridad tengan pinchados los teléfonos y ordenadores, y agentes infiltrados en los barrios musulmanes, si luego no hacen caso de los avisos?, se preguntan medios liberales como
The Guardian. ¿Se ha desarrollado una dependencia excesiva de la inteligencia electrónica, a expensas de la de la calle? Dos investigaciones paralelas, una más superficial y otra más de fondo, van a buscar las respuestas. Pero la explicación de los responsables ya se sabe, y es que carecen de los recursos para vigilar a los más de veinte mil potenciales terroristas que figuran en sus archivos, y de los cuales sólo siguen constantemente los movimientos de unos quinientos, y de manera más general los de tres mil. Y aún así ya están desbordados.
La dinámica siempre es la misma, y no sólo en el Reino Unido. Se produce un atentado, y en seguida se sabe quién es el culpable porque estaba “en el radar” de la policía. En relación con el golpe de Man- chester continúan las redadas por todo el país y el número de detenidos se eleva ya a catorce, de los cuales dos han sido puestos en libertad. El grado de alerta ha sido reducido de “crítico”a “grave”, porque se estima que la red libia ha sido desarticulada y no puede actuar de nuevo. La presencia de soldados en las calles de Londres empieza a ser menos visible. Los políticos piensan en las elecciones, May juega la carta de la seguridad, y Corbyn la de la política exterior y el desastre de las guerras. Poco a poco todo regresa a la normalidad.
Dos investigaciones quieren averiguar por qué Abedi no estaba sometido a vigilancia El laborista culpa del yihadismo a las guerras, y el Gabinete dice que es un mal patriota Según una encuesta del ‘Sunday Times’, la ventaja ‘tory’ se ha reducido a cinco puntos