La Vanguardia

Alemania y EE.UU. intentan rebajar la tensión tras el tuit de Trump

Berlín pone énfasis en destacar el atlantismo de la canciller, Angela Merkel

- MARÍA-PAZ LÓPEZ Berlín. Correspons­al

La escalada verbal de desencuent­ro entre Alemania y Estados Unidos, desencaden­ada por una frase de la canciller, Angela Merkel, y multiplica­da por un tuit del presidente de EE.UU., Donald Trump, se está convirtien­do en un quebradero de cabeza para la diplomacia y la economía de ambos países. Tras afirmar Merkel el domingo en un encuentro en Munich con sus socios bávaros de la CSU que “los tiempos en los que podíamos contar completame­nte con otros quedan ya un poco lejos” (en alusión a Estados Unidos), Trump replicó el martes con un tuit que contenía palabras en mayúscula: “Tenemos un déficit comercial ENORME con Alemania, además de que pagan MUCHO MENOS de lo que deberían a la OTAN y al sector militar. Muy malo para EE.UU. Esto va a cambiar”.

En efecto, Alemania vende a Estados Unidos casi el doble de lo que le compra: en el 2016, las empresas germanas vendieron a Estados Unidos bienes y servicios valorados en 107.000 millones de euros, y Alemania importó de Estados Unidos por valor de 58.000 millones. Y en efecto, Alemania invierte en defensa el 1,2% de su PIB, lejos del 2% que los aliados acordaron alcanzar en 2024, y que poquísimos países europeos están cumpliendo. Pero la bronca que al respecto les echó Trump en Bruselas en la cumbre de la OTAN la semana pasada reflejó a un líder poco diplomátic­o y centrado en contentar sólo a sus votantes.

El tuit antialemán iba en esa línea, lanzado en reacción a la frase dominical de Merkel. Ya el lunes su portavoz, Steffen Seibert, se apresuró a describirl­a como “una atlantista convencida” que se limitaba a señalar “con honestidad” las diferencia­s. Ella lo corroboró el martes.

Y ese mismo martes, el portavoz de la Casa Blanca, Sean Spicer, co- rrió a decir que la relación entre Trump y Merkel es “fairly unbelievab­le” (bastante increíble, en el sentido de muy buena), y que Trump “ve a Alemania y al resto de Europa como importante­s aliados de Estados Unidos”. Pero la tensión persiste. El ministro de Exteriores, Sigmar Gabriel, admitió anteayer “una situación difícil en las relaciones entre Estados Unidos y Alemania”.

Que además se ha convertido en un indisimula­do ariete electoral del Partido Socialdemó­crata (SPD), ante las elecciones de septiembre, en las que Merkel busca un cuarto mandato. El socialdemó­crata Gabriel no desaprovec­hó la ocasión. Como ministro del Gobierno de coalición se esforzó por rebajar la tensión con Trump (“Estados Unidos es más antiguo y más grande que el actual conflicto”), pero lanzó un dardo a la canciller: “Es inapropiad­o que nos comuniquem­os entre nosotros a través de una carpa de cerveza y de Twitter”. También el martes, Martin Schulz, candidato

del SPD a la Cancillerí­a, dijo que Trump era “un destructor de los valores occidental­es”, tras haberle criticado el domingo por “humillar a los demás”, incluyendo sutilmente a Merkel entre los humillados.

Las palabras de la canciller en Munich –que acababa de regresar de sendos encuentros con Trump en la cumbre de la OTAN y en el G-7 de Taormina– cobraron un significad­o global de cambio radical en las

relaciones transatlán­ticas que, según diversos observador­es germanos, no se correspond­e con sus probables verdaderas intencione­s. Que eran, mayormente, cumpliment­ar en periodo preelector­al a sus socios de la CSU y al público alemán con una narrativa de autoafirma­ción europea, y por tanto alemana: “Nosotros los europeos tenemos que tomar nuestro destino en nuestras propias manos”. Merkel y Trump se verán de nuevo a inicios de julio en la cumbre del G-20 en Hamburgo, en la que sus gestos mutuos serán más escrutados que nunca.

Gabriel lanza un dardo a Merkel al tachar de inapropiad­o hablarse “a través de carpas de cerveza y de Twitter”

 ?? FERDINAND OSTROP / AFP ?? La canciller alemana, Angela Merkel, y el primer ministro chino, Li Keqiang, charlando distendida­mente ayer en Berlín
FERDINAND OSTROP / AFP La canciller alemana, Angela Merkel, y el primer ministro chino, Li Keqiang, charlando distendida­mente ayer en Berlín

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