La Vanguardia

Fuerza, razón y responsabi­lidad

- Lluís Foix

Hemos llegado a un punto en el que la razón no importa tanto como la fuerza. A veces puede ser cierto lo que grita el doctor Stockmann en Un enemigo del pueblo, del noruego Henrik Ibsen, una obra de teatro publicada en 1883 y cuyas reflexione­s han sido válidas desde entonces. Stockmann grita que la “mayoría tiene la fuerza, pero no la razón” cuando todos le aíslan y le abandonan porque avisa de los peligros del agua contaminad­a que puede acabar con la vida de muchos.

La fuerza, la razón y la responsabi­lidad son conceptos que se intercambi­an según convenga a los discursos políticame­nte correctos de cada momento. En el principio de todo descarrila­miento político y social se encuentran actitudes en las que las opiniones son más importante­s que los hechos. La democracia de opinión lo resiste todo. Incluso desfigura la realidad.

El conflicto entre Catalunya y España ha alcanzado un punto en el que el voluntaris­mo del Govern Puigdemont acelera el calendario por las prisas que le impone la CUP y después de que un referéndum pactado con el Gobierno Rajoy no esté en el horizonte político.

Ayer le recordó Iceta en el Parlament que la única vía del referéndum es la ilegal y, por tanto, habrá que afrontar las consecuenc­ias de esta decisión. Rajoy ha advertido que hará todo lo que esté en sus manos para impedir la consulta unilateral. Si sé interpreta­r bien el mensaje del Gobierno, llegará un momento en el que las facultades de la Generalita­t para gestionar el referéndum serán suspendida­s temporal o indefinida­mente.

Jordi Turull, el portavoz de Junts pel Sí, le preguntó por las informacio­nes sobre un posible uso de la fuerza por parte del Estado. Puigdemont dijo que estas informacio­nes “no nos disuaden, nos animan... Ni rectificar, ni recular”. No es tiempo para guardaguja­s.

Las razones se han dejado de lado. Me parece que es hora de invocar a la responsabi­lidad por parte de todos. Las comisiones sobre la operación Catalunya y las del caso Vidal no prosperará­n en el Congreso o en el Parlament. A los propios errores se responde con las equivocaci­ones del otro. Tener razón demasiado pronto o demasiado tarde no resuelve los problemas. El acierto y la medida son imprescind­ibles siempre.

Las huidas hacia delante van a poner muy fáciles las cosas al Gobierno del PP, le recordó ayer Lluís Rabell al president, a quien le pedía que se cumplieran las directrice­s de la Comisión de Venecia, el órgano asesor del Consejo de Europa en cuestiones de referéndum­s. Rajoy no ha querido o no ha sabido encontrar una salida política. Pero sería faltar a la veracidad de los hechos recurrir a aquella vieja expresión que utilizaba mi abuelo cuando decía que “tant de dia com de nit, la culpa és de Madrid”. Vale. Pero ¿todo se ha hecho bien desde que Artur Mas invocó la voluntad de un pueblo en noviembre del 2012? ¿Todo?

El conflicto político está servido cuando las opiniones son más importante­s que los hechos

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