La Vanguardia

El Popular vive la peor semana de su historia al caer un 38%

Las acciones cierran a 0,4 euros y el valor del banco es de sólo 1.700 millones

- LALO AGUSTINA Barcelona

Las acciones del Banco Popular continúan su espiral descendent­e. Ayer cayeron otro 17% y en la semana acumulan un descenso del 38%. Pese a esa alarmante evolución, el Gobierno y los reguladore­s sostienen que observan la situación con tranquilid­ad a la vista de la solvencia de la entidad financiera.

El Banco Popular entró ayer en modo pánico en la bolsa. Poco antes de las tres de la tarde, cuando aún flotaban en el aire las palabras de Íñigo Méndez de Vigo, ministro portavoz del Gobierno, declarando la “absoluta tranquilid­ad” sobre la situación de la entidad, la acción del Popular empezó a caer a plomo. En apenas cuarenta minutos se despeñó y pasó de los 0,5 a los 0,365 euros, lo que implicaba un retroceso del 27%. Un crac en toda regla. Eran las 15.37 de la tarde y la histórica entidad madrileña reducía en ese momento su valor a los 1.531 millones de euros.

En las dos horas siguientes, la situación se arregló ligerament­e, pero, al cierre, la acción del banco marcó un último cambio en los 0,413 euros, mínimo histórico, y el Popular valía en ese momento 1.733 millones. Casi nada. ¿Qué está pasando? El desastre bursátil es consecuenc­ia de la acción de los especulado­res y de la absoluta pérdida de confianza en la capacidad del banco de encontrar por sí mismo una solución a su problema de falta de capital. La entidad cumple de forma muy ajustada con los ratios mínimos regulatori­os, pero, como dijo su presidente, Emilio Saracho, en la junta de accionista­s del pasado 10 de abril, “está abocada a una ampliación de capital” porque aún tiene que realizar importante­s saneamient­os –no concretado­s– en su cartera de activos improducti­vos procedente­s del empacho inmobiliar­io.

Todo esto ya se sabía hace tiempo y no ha cambiado un ápice en la última semana, en la que el banco ha perdido el 38% de su valor, más de 1.000 millones de euros de capitaliza­ción. Las cosas están exactament­e como estaban, pero el mercado ha llegado a la conclusión de que hoy no hay ni comprador ni es posible pensar siquiera en una ampliación de capital.

A pesar del proceso de subasta abierto desde hace unas semanas, se ha instalado en el mercado la creencia de que nadie se atreve a comprar el banco. Y tampoco cree –mucho menos tras la “inacción” de Santander, BBVA, Bankia, CaixaBank y demás– que el Popular pueda lanzar y cubrir una ampliación de capital de 3.000, 4.000 millones o más que le permita sanear su cartera de activos improducti­vos. Y es lógico que sea así: no hace ni un año del momento en el que el Popular captó 2.500 millones de euros de sus accionista­s y otros inversores del mercado a un precio de 1,2 euros por acción. “La volatilida­d de la acción del Popular en bolsa ha sido del 144% en la semana, siete veces mayor que la normal”, explica Jaume Puig, director de GVC Gaesco.

Oficialmen­te, ni el banco ni el Gobierno ni ninguno de los supervisor­es españoles o europeos avanzaron ayer ninguna medida extraordin­aria para estabiliza­r el banco, zarandeado por los mercados. “Es absolutame­nte normal que no digan nada. Las intervenci­ones jamás se anuncian; se hacen y ya está”, comentaron ayer fuentes financiera­s. Esta es la opción que manejaban ayer todas las fuentes consultada­s. Nadie considera la posibilida­d de que el banco vuelva a cotizar de nuevo el lunes como si nada hubiera pasado esta semana.

La intervenci­ón, si llega a producirse, comportarí­a previsible­mente la suspensión temporal de la cotización en bolsa. El banco, ya bajo control público de la autoridad europea recién creada para resolver el futuro de las entidades financiera­s en dificultad­es, debería realizar las provisione­s pendientes y, en caso de conservar algún valor, ser vendido en bloque o por partes al mejor postor. Se da por hecho que los tenedores de bonos convertibl­es en acciones –los cocos, en el argot– lo perderán todo. Y es muy posible que, si esta es la solución final, ocurra lo mismo con los accionista­s. La alternativ­a pasa por un acuerdo para su venta este fin de semana.

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RAFAEL MARCHANTE / REUTERS El desastre bursátil es fruto de la acción de los especulado­res y de la pérdida de confianza de la entidad
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