Deshielo socialista
El líder del PSOE tiene “manos libres” para una ejecutiva de compleja composición
Pedro Sánchez habló por primera vez desde la noche de las primarias con Susana Díaz, que le ofreció su apoyo.
“Ya nos veremos”, dejó en el aire Pedro Sánchez, sin más concreción. “Cuando tú quieras, pon día y hora. Yo, a tu disposición”, zanjó a su vez Susana Díaz. Así concluyó ayer la breve conversación telefónica que, por vez primera desde las primarias del pasado 21 de mayo, mantuvieron el reelegido secretario general del PSOE y la presidenta de la Junta de Andalucía.
Una charla breve y sin entrar en grandes profundidades en la que, al menos, los dos grandes rivales de las primarias se pudieron tomar la temperatura. La relación no será nada sencilla. Sánchez, según su equipo, quiso evidenciar su proclamado “empeño” por tender puentes e integrar a todos los frentes de la pugna del PSOE, en busca de la necesaria unidad, pero sin olvidar cuál ha sido “el mandato de las urnas”. Y Díaz le transmitió, según su equipo, “todo su apoyo para lo que haga falta”, y se mostró dispuesta a “arrimar el hombro”. Pero dejando claro que su mejor manera de ayudar al PSOE será “ganar en Andalucía”, es decir, manteniendo firme su fortaleza. Díaz exigió además a Sánchez “respeto”. “Respeto a los territorios y respeto a los expresidentes”, le reclamó. Se refería así, según su entorno, no tanto a nada que haya dicho Sánchez sino algunos miembros de su equipo, que tras el triunfo en las primarias instaron a “pedir disculpas” a los presidentes autonómicos y a los expresidentes del Gobierno Felipe González y José Luis Rodríguez Zapatero, que apostaron por Díaz.
Además de con la presidenta andaluza, Sánchez culminó ayer su primera ronda de contacto con todos los líderes territoriales y habló también con Idoia Mendia (Euskadi), Luis Tudanca (Castilla y León) y Manuel Hernández (Ceuta). “Todas las federaciones se han puesto a disposición del nuevo secretario general, para abrir una nueva etapa y dar mandato al resultado de las urnas: cambio y unidad”, explicó su equipo. Con el líder del PSC, Miquel Iceta, fue con el primero que se reunió en Ferraz, el lunes. También tuvo largos encuentros, esta semana, con su otro adversario en las primarias, Patxi López –que algunos piensan que será “difícil” que esté en la nueva ejecutiva–, y con el presidente de Extremadura, Guillermo Fernández Vara. Y mantuvo conversaciones con el resto de los presidentes autonómicos que integraban las filas de Díaz: el valenciano Ximo Puig, el aragonés Javier Lambán o el castellano-manchego Emiliano García-Page.
Una ronda de contactos que, en todo caso, puede servir para aplacar los recelos que emergen en muchos de los dirigentes que salieron derrotados de las primarias. “No veo que Sánchez haya hecho ningún gesto para integrar, sólo habla de dónde va a colocar a los suyos. Él sabrá, pero como no integre lo va a tener muy difícil, porque el partido está roto emocionalmente”, advierte uno de sus críticos.
El problema es que, por mucho que Sánchez pueda tener “manos libres” para componer su nueva ejecutiva, y que cuente con una mayoría suficiente de delegados en el congreso de los días 17 y 18 de junio para sacarla adelante sin problemas, este proceso se presume que será tan envenenado como siempre, para poder encajar todas las piezas de sus propios fieles –que en algunos casos ya compiten por un mismo cargo– e integrar, además, a sus rivales y adversarios internos.