La Vanguardia

El asalto de un hombre armado a un casino de Manila provoca 38 muertes

El EI se atribuye el ataque, pero la policía filipina insiste en que fue un robo

- ISIDRE AMBRÓS Hong Kong. Correspons­al

Manila sufrió ayer el zarpazo de la violencia indiscrimi­nada. El asalto a un casino de un complejo hotelero de la capital filipina por parte de un hombre armado se cobró la vida de al menos 38 personas, mientras que otras 78 resultaron heridas, según el último balance policial. Todas las víctimas murieron, sin embargo, asfixiadas por el espeso humo debido al fuego que provocó el agresor, que no disparó contra nadie, o por la estampida de pánico que causó su presencia. El Estado Islámico (EI) se apresuró a atribuirse el ataque, pero la policía lo rechaza y sigue considerán­dolo un robo fallido.

Los filipinos no sabían ayer a quién creer. La elevada cifra de muertos y la imagen del asaltante vestido totalmente de negro y con un rifle M4 daba más credibilid­ad a la versión de un ataque terrorista al casino del Resort World de Manila que a la de un adicto al juego que pretendía robar fichas del casino por valor de 2,3 millones de euros, como explicó el jefe de la policía de Filipinas, Ronald dela Rosa, a la prensa. Una explicació­n que se apoya, además, en la lucha que desde hace una semana sostiene el ejército filipino contra un grupo radical afín al EI que se ha hecho fuerte en la ciudad sureña de Marawi.

El EI se atribuyó después la acción a través de su agencia de propaganda Amaq. Señaló que “el hermano Abu al Jair al Arjabili se infiltró con éxito en una reunión de cristianos con su rifle de asalto y les causó muerte y humillació­n hasta que fue martirizad­o”.

Las autoridade­s filipinas, sin embargo, rechazan la teoría del ataque terrorista por parte de un lobo solitario. “Esto es pura propaganda. No disparó contra nadie, no hubo amenazas ni intimidaci­ón alguna evocando el terrorismo”, insistió Dela Rosa, que añadió que “fue un simple intento de robo cometido por una persona probableme­nte desequilib­rada”. Pero si fue un atraco, lo lógico es que se hubiera llevado el dinero en efectivo y no las fichas.

La realidad es que se trató de un ataque muy poco convencion­al. El asaltante irrumpió en el casino pasada la medianoche del jueves a través de un centro comercial anexo, disparó contra una pantalla de plasma y acto seguido tiró varias mesas de juego, las roció con gasolina y les prendió fuego. Después, llenó una mochila con fichas del casino y aprovechó el humo y el caos para huir.

En su fuga, fue disparado por agentes de seguridad del Resort World y tras resultar herido abandonó la mochila con las fichas y se refugió en la habitación 510 del hotel Maxims del mismo complejo. Allí se tumbó en la cama, se envolvió

Las víctimas murieron asfixiadas en el incendio provocado o en la estampida, pero el agresor no les disparó

en una manta rociada con gasolina y se prendió fuego.

Su cuerpo, con un disparo en la cabeza, no fue encontrado hasta cinco horas después por la policía, explicó Dela Rosa a la prensa, que atribuyó la lentitud en localizar al asaltante a la magnitud del complejo de ocio Resort World, que consta de un hotel, un casino, un centro comercial y un cine.

En sus primeras investigac­iones sobre el asaltante, el jefe de la policía de Manila, Oscar Albayalde, dijo que “era un hombre alto, blanco, con bigote y que hablaba inglés, por lo que es muy probable que fuera extranjero”. Sin embargo, más tarde otras fuentes policiales sugirieron que podría ser filipino y que ignoraban por qué lanzó su ataque. Demasiadas preguntas sin respuesta.

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MARK R. CRISTINO / EFE Familiares de las víctimas llorando tras conocer las noticias, ayer en Manila
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POLICÍA DE FILIPINAS / REUTERS El asaltante llevaba un rifle M4

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