Sitges y la Unión Europea
Uno de los mensajes más claros que han podido oír el president Puigdemont y el vicepresident Junqueras en la XXXIII reunión del Cercle d’Economia, celebrada en Sitges, es que los responsable económicos catalanes allí reunidos no quieren que una eventual independencia de Catalunya haga perder los beneficios de estar dentro de la Unión Europea.
Esto resulta lógico si pensamos que el Cercle d’Economia ha militado en el europeísmo desde sus orígenes. En aquellos tiempos de la dictadura del general Franco, pedir que España entrara en la CEE era pedir que España se democratizara, lo cual no resultaba fácil de hacer entender al régimen.
La transición política trajo a España la Constitución y la democracia que desde entonces disfrutamos pese a sus imperfecciones, lo cual hizo posible que, tras la solicitud de adhesión presentada por España en 1977 y tras nueve años de complejas negociaciones, el Reino de España pudiera convertirse en miembro de la Comunidad Europea en 1986. Por cierto, a Catalunya no le ha ido nada mal, como atestiguan las cifras optimistas presentadas en Sitges por el vicepresident Junqueras y el ministro Guindos.
Desde aquel entonces muchos estados han ingresado en la Unión Europea, lo que ha hecho que ahora seamos 28 los estados miembros de la Unión, o 27 si el Reino Unido llega a culminar su separación tras el difícil proceso del Brexit en que se ha metido y en el que se está constatando que salir de la Unión Europea tiene un coste elevadísimo para la economía y para la ciudadanía.
La Unión Europea está abierta a que nuevos estados quieran entrar en ella si están dispuestos a cumplir con los requisitos exigidos, si reciben el visto bueno por unanimidad de los estados ya miembros, y tras cerrar satisfactoriamente las negociaciones de adhesión y recibir las correspondientes ratificaciones de todos: un proceso largo.
Desde el tratado de Lisboa, un estado miembro que quiera dejar de ser miembro de la UE puede solicitar salir de ella, como es el caso, ahora, del Reino Unido, pero no existe procedimiento de expulsión.
Tenía razón, pues, el vicepresidente Junqueras cuando dijo en Sitges que no existe ningún mecanismo previsto para expulsar a un Estado miembro de la Unión Europea.
Esto es así, pero lo que no dijo –pese a que debería saberlo porque fue eurodiputado español del 2009 al 2012– es que Catalunya no podría ser expulsada de la Unión Europea por la sencilla razón de que, como tal, Catalunya no ha sido nunca miembro de ella.
Catalunya, como he repetido en más de una ocasión en estas páginas, no figura entre los firmantes de los tratados europeos y, como consecuencia de ello, Catalunya sólo está en la UE porque forma parte del Reino de España.
Es una pena que la Generalitat no haya aprovechado la reunión de Sitges para empezar a informar oficialmente a los catalanes de las cosas como son y no como el desiderátum separatista querría que fueran.