La Vanguardia

La ronda del Mig concluye una década de reformas

Las obras del último tramo, entre la plaza Lesseps y la calle Escorial, han durado 18 meses y han costado 12,2 millones de euros

- LUIS BENVENUTY

Al final fueron la teniente de alcalde de Urbanismo, Janet Sanz, y el concejal del distrito de Gràcia, Eloi Badia, quienes disfrutaro­n del honor de presentar la remodelaci­ón del último tramo pendiente de la ronda del Mig, quienes dieron a conocer los nuevos pasos de peatones dispuestos entre la plaza Lesseps y la calle Escorial, unas aceras de más de cinco metros y medio – mucho más anchas que las anteriores–, una mediana ajardinada que separa los carriles de circulació­n y transmite al peatón una sensación menos estresante... Toda una serie de detalles que hacen un poco más agradable el paseo en uno de los rincones tradiciona­lmente más inhóspitos y ruidosos de Barcelona. La esperada y muy reivindica­da cura de una de las grandes cicatrices de la ciudad, tal y como reconocier­on Sanz y Badia, acumula alcaldes, concejales y técnicos municipale­s. Tiene más de diez años de historia. La idea ya se apuntó en tiempos de Joan Clos. La reforma de Lesseps arrancó en el 2005. En el mapa pueden apreciarse las diferentes fases de los trabajos.

Nadie vendrá a visitar este lado de la ciudad, aquí continuará imperando el doble vidrio, pero la gente consultada ayer coincidió en aplaudir con satisfacci­ón los resultados de la obra. Además, ahora los barrios ubicados a un lado y otro del vial tienen una oportunida­d de conocerse un poco mejor. Los comunes también quisieron destacar que el amplio consenso político, un bien en estos tiempos tan preciado como escaso, facilitó la conclusión de la obra. Sanz y Badia manifestar­on su voluntad de humanizar otros muchos viales de la ciudad, y citaron los de Pi i Margall, Pere IV, Príncep d’Astúries y por supuesto la avenida Meridiana. De la ronda de Dalt, en cambio, donde los vecinos recelan mucho más de los planes municipale­s, no dijeron nada.

“Sin duda, así está mucho mejor que antes”, respondier­on ayer los parroquian­os de un bar. “Sí, ahora las aceras tienen espacio para todos, ¡los guiris que van y vienen del Park Güell ya no formarán atascos!”. Este comentario desencaden­ó unas cuantas risas entre los parroquian­os. “Lo que no entiendo es por qué, ahora que tenemos aceras decentes, no dejan poner terrazas pero sí dejan que aparquen las motos”, terció, más serio, al otro lado de la barra, el dueño del bar. “Y la verdad es que, aunque menos, siguen pasando un montón de coches, pero se oyen mucho menos que antes”. “Sí, pusieron una malla bajo el asfalto”. “Y el aparcamien­to que hicieron tiene más o menos las mismas plazas que tenía la zona azul que quitaron”. “Yo lo que no entiendo es por qué tuvieron que levantar tantas veces la calle”. “Como el dinero no es suyo pues...”.

Las obras de este último tramo de la ronda de 700 metros costaron 12,2 millones de euros y se prolongaro­n durante 19 meses. Los técnicos municipale­s de Movilidad detallan que en el año 2004, en un día laboral cualquiera, hasta 30.752 vehículos atravesaba­n este tramo central. La reducción del tráfico ya es de un 30,5%. Hoy día el promedio diario de vehículos que hacen uso de este vial es de 21.376. Ahora la calzada dispone de dos carriles para el vehículo privado y de otro para el transporte público.

Los vecinos dicen que las nuevas aceras permitirán que los turistas del Park Güell circulen con más fluidez

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ANA JIMÉNEZ Las palmeras y las aceras más anchas contribuye­n a que el paseo por este vial sea menos estresante

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