Alemania se queda con el control de los aeropuertos de Grecia
Alemania es el mayor acreedor de Grecia. Tiene una exposición con Atenas estimada en 70.000 millones de euros. Pero ahora Alemania es también el gestor de la mayoría de los aeropuertos griegos. Coincidencias de la vida, para algunos.
Esta semana se renovó a la alemana AviAlliance la concesión para la gestión del aeropuerto de Atenas durante 20 años, hasta el 2046, por un importe de 600 millones de euros. La empresa alemana tiene el 40% de la AIA, sociedad que gestiona aeropuerto de la capital (de hecho es, el accionista mayoritario mientras que el Estado griego apenas tiene el 25%).
Tras el acuerdo, el Estado heleno recibirá unos 890 millones en concepto de ingresos durante los primeros veinte años. La renovación de la concesión, además, tiene lugar justo en víspera del arranque de la temporada turística. Para los griegos es un balón de oxígeno, porque para julio deben devolver unos 7.000 millones de euros a la llamada troika mientras esperan la concesión de un tercer rescate.
El gestor germano Fraport ya firmó en el 2015 un acuerdo por valor de 1.200 millones de euros para la explotación de 14 aeropuertos griegos regionales, entre los cuales destacan los que están ubicados en las islas más turísticas, como Creta, Corfú y Rodas. Según lo pactado, Fraport gestionará estos centros aeroportuarios durante 40 años. Resumiendo, en las próximas cuatro décadas las firmas alemanas harán negocio con el turismo griego, a la espera de que Atenas consiga devolver a Alemania todo el dinero que le debe.
Las empresas alemanas han sabido aprovecharse de las dificultades económicas y de las condiciones de austeridad que Berlín y el resto de los acreedores impusieron a Grecia. En efecto, el Gobierno de Alexis Tsipras se comprometió a privatizar su red de infraestructuras como condición para conseguir el tercer tramo del préstamo, estimado en 85.000 millones de euros. En concreto, el país debe recaudar unos 6.000 millones de euros de la venta de participaciones estatales para el 2018.
El desembarco alemán en los aeropuertos griegos se produce precisamente cuando las relaciones entre Grecia y Berlín no pasan por su mejor momento. Ayer el influyente sindicato de los armadores griegos cargó duramente contra el ministro de Finanzas germano, Wolfgang Schäuble, que había exigido a Atenas que aumentara los impuestos a este sector para ayudar al país a cuadrar las cuentas.
“Es una provocación y una pretensión sin fundamento”, dijo ayer el líder sindical Theodore Veniamis, que acusó a Schäuble de querer proteger la industria naval alemana.