La Vanguardia

El deportista sin límites

KILIAN JORNET Y FERRAN LATORRE SON DOS FUERA DE SERIE. EL PRIMERO HA ROTO TODOS LOS RÉCORDS EN LA MONTAÑA AL SUBIR ‘CORRIENDO’ AL EVEREST DOS VECES EN UNA SEMANA, MIENTRAS QUE LATORRE CONSEGUÍA CORONAR EN ESA MISMA CIMA SU DECIMOCUAR­TO OCHOMIL

- ROSA M. BOSCH

Jornet ha logrado el más difícil todavía subiendo dos veces al Everest en menos de una semana Latorre es polifacéti­co; formó parte como cámara del programa de TVE ‘Al filo de lo imposible’

Cuatro monjes budistas degustan un café espresso macchiato pegados a su iPhone. Uno ojea, de vez en cuando, el Kathmandu Post. No tienen prisa. En el Java Coffee del bullicioso y polvorient­o barrio de Thamel reina la tranquilid­ad. Es uno de los rincones favoritos de Katmandú de la legión de escaladore­s que esta primavera han hollado, o lo han intentado, alguna cima nepalí.

En este local, Billi Bierling, que documenta para la base de datos Himalayan Database las ascensione­s en el Himalaya, tomaba notas el miércoles sobre el Everest de Ferran Latorre, el primer catalán que ha culminado las 14 montañas más altas del planeta. El alpinista de Vic, que subió en cinco jornadas por la ruta clásica de la cara sur, en Nepal, no coincidió en la cumbre con Kilian Jornet, quien ese mismo sábado, a las nueve de la noche, también pisaba por segunda vez en seis días la cota más alta del mundo, pero por la vertiente tibetana. El mundo de la montaña todavía está digiriendo la proeza del atleta de la Cerdanya y analizando las posibilida­des que se abren. Jornet ha domado el techo del mundo.

Con el Everest, Latorre cierra un círculo que abrió cuando apenas contaba 13 años, al subir su primer tresmil, la Punta Alta, en el parque nacional de Aigüestore­s, en un viaje escolar. La lectura a esa edad del libro de Peter Habeler Victoria en solitario , en el que relata el primer ascenso al Everest sin la ayuda de oxígeno embotellad­o, alimentó su incipiente afición. La literatura; la música, sobre todo Mozart, y las buenas conversaci­ones le acompañan en los largos días en los campos base. En esta última expedición, las tertulias con su compañero Yannick Graziani, francés, animaban los ratos de ocio.

Muy interesado por la ciencia, y subraya que sobre todo por la física, estudió Ingeniería Industrial hasta cuarto curso. Lo dejó y se sumergió plenamente en la escalada y el alpinismo. Ya en 1995 ganó su primer Piolet d’Or, algo así como los Oscars del montañismo, gracias a la apertura de vías de dificultad en los Alpes junto con Patrick Gabarrou. Y en el 2008 llegaría el segundo por la quinta ascensión mundial al Gasherbrum IV, de 7.925 metros.

Hombre polifacéti­co, formó parte como cámara del equipo de TVE de Al filo de lo imposible. Entre ochomil y ochomil del Himalaya ha escalado en Groenlandi­a, en la Antártida, Kirguistán…y ha dado conferenci­as motivacion­ales ante todo tipo de auditorios, sobre todo del ámbito de la empresa.

La de hace una semana era su séptima incursión en el Everest y sentía que había llegado la hora de concluir una etapa. Por primera vez en su vida decidió utilizar oxígeno embotellad­o. “Hacía viento, nevaba... A unos 8.100 metros me di cuenta que ese no era mi día…”. Entonces, su sherpa, Dawa Sangay, le colocó una botella al mínimo nivel, a un litro por minuto (de una escala del 1 al 4). A las ocho llegaba a la cima, donde apenas estuvo unos 15 minutos, los justos para tomar alguna foto. De noche alcanzaría el mismo punto Jornet.

“Por Kilian siento admiración y envidia sana”, comentaba Latorre, tras felicitarl­e esta semana vía WhatsApp. Jornet, discretame­nte, ha logrado el más difícil todavía: subir dos veces al techo del mundo y bajar para contarlo, en menos de una semana. Desde el campo base nepalí, Latorre siguió atentament­e el primer ataque de este montañero de 29 años por la ruta clásica de la cara norte, en Tíbet, en el que invirtió un total de

38 horas, de las cuales 26 en el ascenso desde el monasterio de Rongbuk (5.100 metros). Molestias estomacale­s le restaron fuerzas e hicieron que en la vuelta no pudiera llegar a Rongbuk y se quedó en el campo base avanzado (CBA), a 6.400 metros.

Y seis días después, el pasado sábado, consumó el segundo ascenso, desde el CBA, en 17 horas, también sin usar oxígeno embotellad­o ni requerir el apoyo de sherpas, en su habitual estilo minimalist­a. Jornet llega al ochomilism­o con un potente bagaje como esquiador y corredor de montaña, disciplina­s en las que lo ha ganado todo. A este deportista lo que le motiva es la polivalenc­ia: acabar un ultramarat­ón, escalar en roca y en hielo, ir al Himalaya… Su plan perfecto es el que disfrutó el verano pasado cuando un día amaneció y abrió una vía de esquí en el Monte Maldito; después culminó una travesía entre Chamonix y Courmayeur pasando por la cara norte de las Jorasses; a la mañana siguiente corrió un kilómetro vertical; a continuaci­ón, la maratón de Alaska, y acabó con el Hardrock de Colorado, de 160 kilómetros. Dos semanas de ensueño solo a su alcance.

Pasó su infancia en la montaña, en la Cerdanya, donde su padre era el guarda de un refugio. Cuando se aleja de la naturaleza no es feliz. Ahora reside en Noruega, junto a su pareja, la también ultramarat­oniana y esquiadora sueca Emelie Forsberg.

Ya en casa podrá saborear sus dos Everest y su probable Cho Oyu, la sexta montaña más alta de la Tierra (8.210 metros), que probableme­nte coronó el 7 de mayo. Los tracks de su evolución por el Himalaya se espera que verifiquen si en el Cho Oyu alcanzó la cima, algo que hasta el momento no ha querido confirmar pues cuando llegó arriba la visibilida­d era muy escasa. “Honestamen­te, no estoy seguro de que fuera la cumbre pues sólo podía ver mis pies”, manifestó. También en el Cho Ochu, subida y bajada en un día. En esta ocasión iba con Forsberg quien, ante el riesgo de aludes y para evitar adentrarse en un tramo muy expuesto, decidió darse la vuelta a 7.700 metros.

Con estos tres ochomiles en tres semanas, Jornet abre un nuevo capítulo en la historia del alpinismo.

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XAVIER CERVERA Kilian Jornet ha llegado al ochomilism­o con un potente bagaje como esquiador y corredor de montaña, disciplina­s en las que lo ha ganado todo. A este deportista lo que le motiva es la polivalenc­ia: acabar un ultramarat­ón, escalar en roca y en hielo, ir...
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XAVIER CERVERA
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. Una imagen de Ferran Latorre mientras preparaba su aproximaci­ón al Everest, la última de las grandes cimas de ocho mil metros que le faltaba por conquistar. Es el primer alpinista catalán que lo consigue

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