Cuestiones principales
La convocatoria del referéndum, el 1 de octubre, para decidir si Catalunya se convierte en un Estado independiente en forma de república; y el fracaso de la estrategia de Theresa May para fortalecer su mandato ante el Brexit.
LA primera ministra británica, la conservadora Theresa May, seguirá al frente del Gobierno pero en unas condiciones peores de las que le dejó su antecesor, el dimisionario David Cameron. Los tories han perdido la mayoría absoluta de la que gozaban en los Comunes en las elecciones del jueves, que, en un error estratégico, May adelantó con el fin de reforzar su figura ante la inminente negociación del Brexit con Bruselas. Los resultados obligan a la primera ministra a obtener apoyos –los diez escaños de los unionistas norirlandeses–, pero su liderazgo ha quedado seriamente mermado y las consecuencias que tendrá ese fracaso en el futuro están todavía por ver.
El desastre venía anunciado en los últimos sondeos. Desde que convocó elecciones, en abril, cuando la situaban veinte puntos por encima de los laboristas, Theresa May no ha hecho más que cometer una serie de errores que no sólo dilapidaron aquella ventaja, sino que la han llevado a perder la mayoría absoluta, lo que abre una gran incertidumbre sobre su capacidad real de acometer los grandes retos que tiene por delante: desde la negociación del Brexit hasta las cuestiones de seguridad, tensionada por los atentados terroristas, o las urgentes reformas que precisa la economía británica. May apostó por barrer al laborismo y reforzar su figura entre sus correligionarios conservadores y ha logrado todo lo contrario: consolidar la figura del izquierdista Jeremy Corbyn –que movilizó al electorado joven y aparece como el ganador moral– y lograr que en la noche electoral ya se oyeran voces tories pidiendo su dimisión. Magro resultado electoral es la desaparición del UKIP –el partido que promovió el Brexit– y el descalabro del nacionalismo escocés, que ha perdido 19 escaños, en lo que ha supuesto un serio toque de atención a la ministra principal Nicola Sturgeon.
¿Cuál será el camino que emprenderá ahora May en la negociación del Brexit que ha de iniciarse dentro de diez días con Bruselas? Si sigue el camino de dureza emprendido, el sector centrista de los conservadores (el de las grandes empresas y la City), temeroso de las perniciosas consecuencias económicas, podría rebelarse en su contra. Si, en cambio, vuelve a dar un giro a su posición –hay quien le recuerda todavía que ella nunca fue partidaria del Brexit antes de suceder a Cameron– para buscar una negociación menos rígida, el sector más duro del partido le puede retirar apoyos.
Ese caminar por la cuerda floja tiene un porvenir muy incierto, máxime si aparecen los cuchillos en el seno del Partido Conservador, costumbre por otra parte tradicional en la política británica.