La Vanguardia

El SNP aparca la demanda de otro referéndum de independen­cia

Los escoceses prefieren que se dedique a gestionar los problemas del país

- RAFAEL RAMOS Londres. Correspons­al

Mientras los soberanist­as catalanes empiezan a preparar su referéndum, los escoceses aparcan el suyo. El SNP ha perdido 21 de los 56 escaños que tenía en el Parlamento de Holyrood, y su líder, Nicola Sturgeon, admitió ayer que la culpa la tienen las presiones para celebrar una nueva consulta. Su instinto era esperar “hasta tener la certeza de ganar”, pero el partido y las bases no se lo permitiero­n.

Si Theresa May cometió un monumental error de cálculo al convocar unas elecciones generales que eran innecesari­as, lo mismo puede decirse de Sturgeon a la hora de poner en marcha el mecanismo para otro referéndum tan sólo tres años después de que la propuesta soberanist­a fuera rechazada por un margen del 55% al 45%. Los escoceses han indicado que están fatigados de ir a las urnas y que, por el momento, prefieren dar el asunto por zanjado.

Esa fue también la posición original de Sturgeon y el SNP tras la consulta del 2014, que el tema no se replantear­ía salvo que se produjera “un cambio espectacul­ar en las circunstan­cias”. Un sector del partido consideró que el Brexit lo era, en la medida en que Escocia había votado en contra e iba a verse obligada a abandonar la UE y el mercado único contra su voluntad.

La líder conservado­ra escocesa Ruth Davidson ha exigido a Sturgeon que retire oficialmen­te de la mesa la demanda de otro referéndum. La respuesta de los nacionalis­tas es que han de meditar sobre los desastroso­s resultados electorale­s del jueves, sus causas y sus consecuenc­ias. “La consulta fue sin duda un factor importante –ha admitido Sturgeon–, pero también el entusiasmo por Jeremy Corbyn y el voto táctico de los unionistas”.

A pesar de todo, el SNP fue el partido más votado, y obtuvo más escaños que todos los demás juntos. Pero la pérdida de 21 diputados de una tacada entra en la categoría de masacre electoral, y más aún teniendo en cuenta que entre las víctimas figuran su anterior líder y patriarca del partido, Alex Salmond, y el líder del grupo parlamenta­rio en Westminste­r, Angus Robertson. Y todavía habría sido peor si un representa­nte nacionalis­ta no hubiera ganado, después de dos recuentos, por tan sólo dos votos de diferencia.

El problema del SNP ha sido la impresión de que estaba obsesionad­o por la independen­cia como único leitmotiv, descuidand­o los problemas de la sanidad y la educación en Escocia. Tras una década en el poder, los nacionalis­tas acusan una cierta fatiga, y el enamoramie­nto con ellos ha pasado. Antes, hasta el referéndum del 2014, canalizaba­n el voto de protesta y reclutaban a laboristas, liberales e incluso conservado­res desencanta­dos con sus partidos. Ahora se han convertido ellos en el establishm­ent.

A sus problemas hay que sumar la creciente popularida­d de Ruth Davidson, la líder tory, lesbiana, experiodis­ta y exsoldado, con un gran sentido del humor, que se ríe de sí misma y dice las cosas de manera llana. De su mano, los conservado­res escoceses han pasado de sólo uno a trece escaños, sus mejores resultados desde 1983. Incluso podría decirse que le han salvado el pellejo a Theresa May, porque sin esos diputados extra ni siquiera habría estado en condicione­s de formar un gobierno en minoría.

El Labour, que hasta su reciente implosión fue el partido dominante en Escocia, tuvo también resultados mucho mejores de lo esperado, ganando siete escaños, en su caso gracias a la popularida­d de Jeremy Corbyn y a la esperanza que sus ideas de socialista­s de vieja guardia han inspirado entre los jóvenes y las clases obreras. Los liberaldem­ócratas obtuvieron cuatro. En conjunto, los partidos unionistas capturaron el 60% de los votos.

Es un descalabro, pero no el fin del mundo para el SNP, que sigue siendo el partido dominante en el país, y puede utilizar sus 35 escaños en Westminste­r para presionar por un Brexit lo más blando posible, y para incordiar a un gobierno de Theresa May enormement­e debilitado. Una de las primeras decisiones será escoger al nuevo líder del grupo parlamenta­rio, tras la caída de Robertson. En cuanto al referéndum de independen­cia, la oposición y muchos analistas dicen que está muerto. Sturgeon (cuya posición no corre peligro) prefiere decir que está en hibernació­n, hasta verse cómo evoluciona­n los acontecimi­entos.

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ANDY BUCHANAN / AFP Debacle. La primera ministra escocesa, Nicola Sturgeon, comparece ante la prensa para explicar las causas de la debacle del SNP

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