Una venganza carísima
Tailandia es conocida en el mundo entero como el país de la sonrisa, por la amabilidad de sus gentes. A Wichai Thepwong, sin embargo, se le debió de cambiar la cara ayer cuando escuchó la sentencia del tribunal militar que le juzgó en Bangkok, que decidió condenarlo a 35 años de cárcel por insultar a la monarquía. El castigo más duro jamás aplicado en este país del Sudeste Asiático por difamar a la monarquía, según indicó la organización pro derechos humanos iLaw.
Sobre Wichai Thepwong, de 34 años y exvendedor de seguros, cayó todo el peso de la justicia por haber publicado diez mensajes considerados insultantes para la familia real tailandesa, según publicó la prensa local. Un delito por el que le habían condenado inicialmente a 70 años de cárcel, pero le rebajaron la pena a la mitad por considerar que había colaborado durante el proceso judicial y había confesado haber violado la ley de lesa majestad. Una norma, tipificada en el articulo 112 del código penal local, que castiga con penas de entre 3 y 15 años de cárcel difamar, insultar o amenazar al rey, la reina, el príncipe heredero o el regente.
Se trata de una legislación que había ido cayendo en desuso hasta el golpe de Estado de mayo del 2014. A partir de esta fecha, la junta militar que gobierna el país decidió recuperarla y aplicarla con dureza para reprimir las voces críticas con el régimen, según subrayan los políticos de la oposición. Una rigidez que también afecta a aquellos, como Wichai, que aprovechan las redes sociales para comentar chascarrillos o intentar jugar una mala pasada a un amigo, como fue el caso de este tailandés, originario de la ciudad norteña de Chiang Mai.
En otros tiempos, a Wichai Thepwong le habrían castigado seguramente con una pena menor, pero desde que los tribunales castrenses se encargan de impartir justicia sobre los casos de lesa majestad las sentencias son mucho más duras y su caso no ha sido una excepción. Después de la asonada, los expedientes se han multiplicado y el número de personas detenidas se ha elevado a 73 desde entonces. Una cifra que multiplica los sumarios registrados en la pasada década.
A Wichai le han condenado a 35 años de cárcel tras ser acusado de cometer diez delitos de lesa majestad, pero en realidad ha sido víctima de su inquina y ánimo vengativo hacia el que había sido su mejor amigo.
Fue arrestado en diciembre del 2015, en Chiang Mai, acusado de crear una página de Facebook con el perfil de su amigo sin su consentimiento, y de haber publicado en ella diez comentarios difamatorios contra la monarquía. Se supone que con el ánimo de que su antiguo amigo pagara los platos rotos. Este, sin embargo, se percató a tiempo y denunció el asunto a la policia, que tras investigar el caso descubrió la estratagema de Wichai.
En un primer momento, el acusado lo negó todo. Sin embargo, más tarde se retractó de su testimonio inicial y reconoció su culpabilidad. Dijo que había urdido todo el plan para vengarse de su amigo, porque le había vendido un falso amuleto de Buda, según el diario digital tailandés
Prachatai. Agregó que cuando descubrió el engaño fue a la policía a denunciar el fraude, pero desde entonces no había habido progresos, así que se cansó de esperar y decidió tomarse la justicia por su mano.
El asunto es que al final su venganza por considerarse estafado le ha salido carísima y se pasará el resto de su vida entre rejas. No sólo le han condenado por ofender a la monarquía, sino también por importar contenidos ilegales en un sistema informático, al copiar los datos de su amigo para crear su falso perfil en Facebook.
Tras conocer el contundente veredicto, que supera los 30 años que otro tribunal militar aplicó en agosto del 2015 a otro transgresor de la ley de lesa majestad, el abogado de Wichai declaró que su cliente aceptó el veredicto y renunció a apelar. “Quiere que el caso termine y quiere solicitar un perdón real”, dijo a la prensa Khumklao Songsonboon, miembro de la organización Abogados Tailandeses para los Derechos Humanos.
Mientras tanto, en la cárcel, Wichai tendrá tiempo ahora de darse cuenta de los efectos de la trampa que había preparado a su amigo al hacerlo delinquir en un delito de lesa majestad, un problema muy serio sobre la libertad de expresión en su país.
Un tribunal de Tailandia condena a 35 años de cárcel a una persona por insultar a la monarquía El acusado difamó al rey en Facebook haciéndose pasar por un amigo del que se quería vengar