La Vanguardia

No es lo mismo y no se puede repetir

- Isabel Garcia Pagan

No es lo mismo una foto regia en la galería gótica del Palau de la Generalita­t que una selfie en el Pati dels Tarongers. No es lo mismo una foto con los representa­ntes de cinco partidos defensores de una consulta que con los diputados partidario­s de la independen­cia. No es lo mismo el 9-N que el 1-O. No es lo mismo y no se puede repetir.

Artur Mas anunció el 13 de diciembre del 2013 la pregunta pactada con los partidos y Mariano Rajoy se quejó de que se había enterado por la prensa. Entonces había canales abiertos de comunicaci­ón y negociacio­nes gubernamen­tales en marcha que ese día se rompieron por SMS. El president Carles Puigdemont sabe que lo de ayer no es lo mismo. Convocó una reunión extraordin­aria de su Ejecutivo para leer la declaració­n institucio­nal con la que se haría pública la pregunta y la fecha del referéndum. Algunos consellers no conocieron el texto oficialmen­te hasta ese momento, e incluso el vicepresid­ente Oriol Junqueras pecó de falta de precisión al comunicárs­elo al consejo técnico del Govern reunido en paralelo. Pero es que la fórmula de la pregunta y la fecha es ya lo de menos para un Consell Executiu en el que no se aprobó nada y se jugaba mucho. Agua y café sobre la mesa, aplauso de agradecimi­ento de los consellers, anuncio menos solemne de lo previsto del reto al Gobierno de Mariano Rajoy y Puigdemont volvía a la carretera con su agenda presidenci­al sin resolver el cómo. Porque sabe que el 9-N no se puede repetir.

Cinco meses antes de la consulta del 2014, este diario desveló la foto de la urna de cartón con el recuadro transparen­te que el Govern había elegido para el día de la votación y el modelo de papeleta. Los encargos se hicieron semanas antes de la votación aprovechan­do acuerdos marco de papelería y material de oficina con el Centre d’Iniciative­s per a la Reinserció, una empresa pública de la Conselleri­a de Justícia. Ahora, el Govern, por boca de su president, se “conjura a ofrecer todas las garantías y a velar por la rectitud del proceso de convocator­ia, organizaci­ón y celebració­n” del referéndum. Hasta después del verano no habrá ley que ampare la consulta, ni la aplicación de sus resultados. Y cuando las haya serán fulminadas por el Tribunal Constituci­onal. No hay censo ni comisión de supervisió­n jurídica. Pero la licitación de un acuerdo marco para la adquisició­n de urnas ya acumula una querella criminal contra la consellera de Governació y su secretario general, y ha obligado a que la mesa de contrataci­ón se forme por altos cargos ajenos al área de procesos electorale­s porque junto al compromiso del referéndum se ha añadido el de proteger al funcionari­ado para que no cunda el pánico.

En los sindicatos se ha disparado todas las alarmas porque el president pretende que el 1-O sea lo más parecido a una jornada electoral ordinaria y eso requiere, nuevamente, de la participac­ión de ayuntamien­tos y poner a disposició­n centros escolares… donde trabajan funcionari­os. Puigdemont promete garantías jurídicas a los empleados públicos, y Rajoy dice que no van a cumplir “órdenes ilegales”, pero pesan los apercibimi­entos del Tribunal Constituci­onal, las investigac­iones de la Fiscalía por supuestos delitos de sedición y las condenas de inhabilita­ción de Mas, Ortega, Rigau y Homs.

Rajoy sabe que el 9-N no se puede repetir, pero también que no hay dos sin tres. Sin coraje político para resolverlo, el problema catalán está aquí para quedarse y, aunque el Gobierno del PP logre frenar el 1-O, a la siguiente puede ir la vencida.

El referéndum de Puigdemont no puede ser otro 9-N, pero no ha resuelto cómo garantizar­lo

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain