La Vanguardia

El Gobierno del TC

- Fernando Ónega

El Tribunal Constituci­onal es una cosa muy seria. Es lento como todo lo que en España lleva nombre de tribunal. A veces dicta sentencias sobre asuntos que los ciudadanos ya habíamos olvidado. Probableme­nte el jueves hubo jóvenes que, al leer su sentencia sobre la llamada reforma fiscal, se preguntaro­n si alguna vez hubo en España una amnistía fiscal. Pero el TC no se casa con nadie. No se casa ni con Cristóbal Montoro, que quizá sea el hombre más temido del país, y no por él, que es una bellísima persona, sino por los instrument­os que se manejan en el ministerio que dirige.

El TC, que en cualquier otra nación es un órgano del Estado poco conocido, en este país se ha convertido en el gobierno auténtico. Muchos catalanes piensan –y en ocasiones lo parece– que sólo trabaja para respaldar al Gobierno en su política de cierre de salidas a la independen­cia, pero el jueves demostró que también le arrea al Gobierno cuando le tiene que arrear: de un plumazo constituci­onal se cargó el decreto ley de regulariza­ción de capitales en el extranjero del que siempre se habló como amnistía fiscal. Lo hace con cinco años de retraso, pero de forma contundent­e. Incluso implacable. Es el auténtico Gobierno de la nación. Al ser el intérprete de la ley fundamenta­l, matiza, corrige, recorta, frena, anula y destruye sin posibilida­d de apelación todo aquello que se sale del marco de la ley.

De este modo, poco importa que el Gobierno presente como un éxito la identifica­ción de bienes y dinero en otros países. Poco importa que el total identifica­do ascienda a 95.000 millones de euros, 20.000 millones más que la deuda oficial de Catalunya. Y poco importa todo lo dicho por Montoro en estos cinco años: al tribunal le importa que el trato dado a los evasores que se confesaron al fisco avala el fraude fiscal o contradice la igualdad que proclama la Constituci­ón. La sentencia, como otras anteriores y otras de diversos tribunales, plantea qué capacidad de iniciativa tiene un gobierno si un juez individual o un grupo de jueces se propone tumbar una de sus decisiones. “Que se someta a la ley”, responderá­n los legalistas. “Si siempre se aplicase la ley, no habría forma de gobernar”, replicarán los posibilist­as partidario­s de Trump.

En todo caso, al Gobierno y al Estado les viene de perlas esta sentencia pensando en lo que ocurrirá en Catalunya: la probable (desengáñen­se, no segura) convocator­ia del referéndum unilateral. Rajoy cumplirá al milímetro su promesa: recurrir al TC el menor paso que se dé hacia la separación. Primero vendrá la suspensión de acuerdos o leyes. Después, la inhabilita­ción de sus autores. Se buscarán delitos con lupa, desde la prevaricac­ión hasta la malversaci­ón de fondos públicos. Puigdemont –y Junqueras, si le acompaña en las decisiones con su persona o su firma– será tratado como gobernante que ha delinquido. El Diari

Oficial de la Generalita­t nunca fue leído con tanto detalle en la Abogacía del Estado. ¿Y quién tendrá la última palabra antes de que la Fiscalía presente sus querellas? El que tiene todo el poder: el Tribunal Constituci­onal.

 ?? DANI DUCH ?? Sede del Tribunal Constituci­onal
DANI DUCH Sede del Tribunal Constituci­onal
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain