La Vanguardia

El poder del ‘thick data’ en la era ‘big data’

- MAYTE RIUS

En la era digital, las empresas y organizaci­ones acumulan grandes y complejos conjuntos de datos que, explotados por profesiona­les de la estadístic­a y de las matemática­s, han demostrado que son muy útiles y valiosos para detectar tendencias, comportami­entos, extraer patrones de conducta, de consumo o de rentabilid­ad... Es el big data, una informació­n muy preciada por las compañías porque con ella pueden comprender más en profundida­d qué hacen, cuándo y cómo las personas, y obtienen una visión pormenoriz­ada de sus intereses, sus gustos, sus hábitos, sus preferenci­as sobre marcas y, en definitiva, sus pautas de consumo.

Las empresas se afanaron en recolectar esos datos primero vía tarjetas de fidelizaci­ón y de crédito, y luego, con el boom tecnológic­o, a través de registros, de la monitoriza­ción y de la compra de ficheros. Y toda esa informació­n después se ha procesado mediante algoritmos y potentes herramient­as de análisis para extraer conclusion­es valiosas para su negocio, lo que ha llevado a pensar que el big data y sus analíticas eran la solución global a infinidad de problemas.

Pero conforme se han ido extendiend­o, populariza­ndo y poniendo a prueba sus posibilida­des también se han intensific­ado las voces que alertan de que al big data le falta algo: explicar el porqué, las razones por las que los consumidor­es hacen lo que hacen, las emociones, sentimient­os y realidades que determinan sus preferenci­as y comportami­entos. Para cubrir ese vacío, dicen, hace falta el thick data –dato denso o informació­n densa– , un término que acuñó en 2013 la antropólog­a Tricia Wang en un guiño al también antropólog­o Clifford Geertz y su “descripció­n densa” como método para analizar los fenómenos, las culturas y las relaciones entre personas.

“Vivimos un momento en que los datos son muy valiosos y los organismos y las empresas pueden tomar mejores decisiones porque tienen más datos para hacerlo; las empresas ya no compiten en precio o calidad, sino por nichos de identidad, porque las relaciones de los individuos con las marcas cada vez son más emocionale­s y las compras menos racionales y más mediadas por los sentimient­os”, comenta Pablo Mondragón, director del proyecto Antropolog­ía 2.0. Apunta que empresas como Facebook han tratado de monitoriza­r esos sentimient­os de forma cuantitati­va con iconos y caritas, pero sin verdadero éxito, porque esos iconos a veces se usan de forma irónica o falsa y no revelan los verdaderos sentimient­os.

“El big data promete muchos resultados en poco tiempo, pero ha encontrado sus límites porque ofrece muchas representa­ciones gráficas de cómo se mueve la gente pero no permite saber por qué, qué pasa por sus mentes mientras lo hacen, y para lograr esa profundida­d hay que ir al trabajo de campo, a hablar y empatizar con la gente, a ver el contexto, y esa es la aportación del thick data, de la informació­n densa y cualitativ­a”, explica Jordi Colobrans, tecnoantro­pólogo y profesor de la UB. Mondragón coincide en que el

thick data, que se obtiene con los métodos tradiciona­les de la etnografía (entrevista­s en profundida­d, compartir actividade­s con los miembros de una comunidad, confrontar y experiment­ar situacione­s...), es la única forma de llegar a los sentimient­os y a las ideas preconcebi­das que las personas no ma- nifiestan de forma clara ni salen en las estadístic­as.

Thick data y big data no son conceptos ni herramient­as contrapues­tas, sino complement­arias. “Son diferentes maneras de entender la realidad, porque el big

data te da una muestra amplia de datos, te permite analizar millones de personas, yel thick data te da informació­n más valiosa, datos más personales, de una muestra menor”, apunta Mondragón. Colobrans opina que han de ir de la mano: “Si estamos haciendo ciudades inteligent­es necesitamo­s Administra­ciones inteligent­es, y el big data de una ciudad inteligent­e ha de estar contrastad­o con thick data para saber qué pasa en profundida­d, y lo mismo ocurre en el resto de los ámbitos donde se genera big data o se hace minería de datos”.

Reconoce, no obstante, que la apuesta por el thick data es minoritari­a “porque es mucho más difícil de llevar a cabo y aún reposa sobre el trabajo artesano, lo que disgusta a la tendencia de ‘todo mediatizad­o por el ordenador’ y dirigido por los ingenieros”.

Mondragón también opina que la implantaci­ón del thick data es lenta porque es informació­n que se obtiene de forma vivencial, compartien­do experienci­a con las personas o clientes. Pero cree que poco a poco está despegando, sobre todo de la mano de compañías especializ­adas en experienci­as de usuario en el ámbito de la tecnología, la banca y la salud. “Empezó en Estados Unidos, en el Reino Unido y Dinamarca, donde ya se ha desarrolla­do, y ahora está llegando a España de la mano de grandes compañías y corporacio­nes financiera­s, y a medida que se extienda dispondrem­os de más herramient­as y ejemplos para mostrar sus resultados, que son lentos pero muy valiosos”, indica el director de Antropolog­ia 2.0.

La lentitud es precisamen­te el principal hándicap con que lucha el

thick data en la sociedad de la inmediatez. De hecho, hay intentos de sustituir a los investigad­ores que

LOS NÚMEROS Y LAS GRÁFICAS Los macrodatos revelan los hábitos e intereses de una persona, no sus razones ni sentimient­os

UN TRASFONDO ECONÓMICO Las relaciones de los individuos con las marcas cada vez son más emocionale­s

EL HÁNDICAP Obtener datos densos es más lento, exige un trabajo artesano que no resuelve un ordenador

 ??  ?? La avalancha de datos necesita combinarse con informació­n subjetiva, con interpreta­ciones, porque lo medible no siempre es lo más valioso...
La avalancha de datos necesita combinarse con informació­n subjetiva, con interpreta­ciones, porque lo medible no siempre es lo más valioso...

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