La Vanguardia

La mujer de Calella obligada a convivir con los ocupas se enfrenta a una multa

- FEDE CEDÓ

Aurora Rodríguez, la mujer de Calella que desde el pasado noviembre sufre la ocupación de su vivienda por parte de sus inquilinos, un matrimonio magrebí y un individuo guineano, que se niegan a abandonar sus habitacion­es tras concluir el contrato de un año que habían suscrito, se enfrenta ahora a un nuevo proceso judicial por el que el fiscal pide que se le imponga una sanción de 150 euros.

La mujer, sometida a constantes vejaciones y agresiones, mantiene varias denuncias cruzadas con sus violentos inquilinos. En una de ellas describe que se peleó con la mujer marroquí, que constantem­ente la acecha, mientras su marido grababa la escena de la provocació­n. Aurora reaccionó con varios manotazos para quitarse de encima a la mujer, lo que fue aprovechad­o por el matrimonio para denunciarl­a por agresión. Durante el juicio, que se celebró el miércoles en Arenys de Mar y en el que el marido de la presunta víctima actuó como testigo, el fiscal ignoró la situación de desamparo de la propietari­a, la ocupación violenta que sufre en su propia casa, y pide que se la condene a una falta por agresiones que le supondría una multa de 150 euros.

Aurora lamenta que, además de estar sometida a tanta presión por unos ocupas que se niegan a abandonar su casa, la vejan, insultan y amenazan constantem­ente, tenga que pagar una multa que le impondrá una justicia que, sin embargo, no avanza con los desahucios tramitados en los mismos juzgados.

La mujer, convalecie­nte de una operación para extirparle un tumor en el cerebro, tuvo que abandonar su trabajo de psicopedag­oga, por lo que ahora sólo realiza trabajos esporádico­s cuidando ancianos, por los que apenas percibe 500 euros mensuales. En paralelo, los trámites de desahucio que ha iniciado ante los juzgados, según detalla, “cuestan 1.500 euros cada uno”. Y por si no fuera suficiente, debe hacer frente a una hipoteca y seguir pagando el gasto que supone el consumo de cuatro personas en un piso.

Desde que la situación de Aurora se dio a conocer a través de Ràdio Calella y La Vanguardia, numerosos medios de comunicaci­ón se han interesado por el caso. Pero en el piso nada ha cambiado ya que sus ocupas mantienen el mismo comportami­ento. Describe que no puede andar libremente por la casa: “Me bloquean el paso y no me dejan ni ir al lavabo, esconden los fogones de la cocina para que no pueda cocinar”, y se halla sometida a continuas vejaciones e insultos. Si reacciona a las provocacio­nes empujando a sus acosadores, estos –“muy bien asesorados”, recuerda– la denuncian por agresión.

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