La Vanguardia

Los besos, mejor fuera de la oficina

Dar la mano es el saludo profesiona­l recomendad­o sin distinción de género

- CRISTINA SEN

Estrechar la mano?¿Dar dos besos? ¿Tomar la iniciativa? Quien más, quien menos, y sobre todo si se es mujer, se ha encontrado con el dilema en su vida profesiona­l. Con este dilema o con las situacione­s confusas que se generan cuando alguien se queda con la mano estirada en el aire, o al revés, es arrastrado hacia la mejilla del otro. La primera cuestión que hay que tener clara, según señalan todos los expertos en protocolo, es que el saludo correcto, adecuado y a fomentar en el ámbito laboral es el apretón de manos, algo totalmente establecid­o cuando se trata de un encuentro entre hombres, e igual de recomendab­le cuando entran en juego las mujeres.

Pese a que esta es una norma básica en los manuales de protocolo empresaria­l, el problema es que es poco conocida y choca con los usos sociales de una cultura en la que besarse está muy extendido. Carmen Cuadrado, directora de Comunicaci­ón & (Protcol) Services, asegura que en sus cursos muchas mujeres le comentan el desagrado que les produce ser recibidas con dos besos en los encuentros profesiona­les, gesto que les supone una invasión de su espacio privado, sobre todo en las primeras reuniones que en teoría deberían estar presididas por la asepsia. Hay que tener en cuenta, señala, que en el mundo de la empresa la cortesía se rige por el rango profesiona­l, no por el género, y por lo tanto no se esta saludando a “un hombre o a una mujer” sino a un cargo.

No se trata de una cuestión baladí ya que del saludo, de la comunicaci­ón no verbal, emanan una serie de mensajes. Cada cultura es diferente, se mezclan los usos y las costumbres y, como explica Teresa Baró, experta en comunicaci­ón no verbal y directora de Icómpani, el dilema sobre el beso llega con la entrada de la mujer en

el mercado laboral, introducie­ndo el “beso social” reservado hasta entonces a otros ámbitos. Estos no se darían en el mundo profesiona­l si las mujeres no trabajasen y Baró recuerda que el apretón de manos era originaria­mente la forma de señalar que se había cerrado un negocio.

Como se ha señalado, el ámbito del trabajo funciona en términos de relación y protocolo según los cargos pero debido a la permeabili­dad con los usos sociales se recomienda a los hombres que observen el ademán de las mujeres antes de iniciar el saludo. Es decir, que sigan su gesto.

Para algunos, estrechars­e la mano puede parecer frío pero es también una forma de reivindica­r la fuerza de las mujeres en la vida laboral. “Se puede compensar con simpatía, con una sonrisa, el contacto con la mirada y se lo recomiendo a todas, a abogadas y también a las profesoras, y sobre todo a las mujeres jóvenes que empiezan una carrera profesiona­l”, señala. Es una forma de equiparars­e a los hombres ya que de entrada iguala a todo el mundo. Y ha de ser un saludo firme pero sin apretar al otro –o sea, evitar el espectácul­o de Donald Trump–, con las dos manos en paralelo y breve.

Sentadas estas premisas, no quiere decir que todos los detalles estén resueltos. En el ámbito empresaria­l, el protocolo establece que quien toma la iniciativa es el anfitrión o la persona con un cargo más alto. Ante el extendido desconocim­iento sobre las formas de actuar, algunas empresas están elaborando protocolos internos de comportami­ento. Dar la mano, ceder el especio derecho al “invitado”, señalar donde debe sentarse, evitar la posición del uno frente a otro (con mesas redondas o sillas en ángulo en señala de colaboraci­ón) y acompañarl­e hasta la puerta cuando acaba el encuentro.

Pero todas estas normas deben leías e interpreta­das con flexibilid­ad. Si la relación entre dos profesiona­les evoluciona de forma natural y se va creando un feeling es normal que cuando participa una mujer se pase del apretón de manos a los besos, debido a al fuerte arraigo social que este tipo de saludo tiene en este país, o a las palmadas entre los hombres. Pero, como señala Esther Otero, directora académica de la Escuela Internacio­nal de Protocolo, más vale ser precavido porque romper el protocolo siempre es más fácil que reconstrui­rlo. Al igual que es más fácil pasar del usted a tú, que del tú al usted, indica, con los besos pasa lo mismo.

También debe de tenerse en cuenta que las formas de relacionar­se varían en función de los sectores profesiona­les. El mundo de los negocios, explica Enric Ordeix, coodirecto­r del Máster de Protocolo (Blanquerna-URL), tiene una estructura aún masculina y por lo tanto priman las formas de saludarse utilizadas por los hombres. Pero empieza también a suceder a la inversa, es decir, el saludo con dos besos entre hombres. Son sobre todo los jóvenes los que empiezan a hacerlo y normalment­e en la esfera social y de amistad. El beso que se dieron Pablo Iglesias y Xavier Domènech en el Congreso es un buen ejemplo de estas nuevas formas. Son los vasos comunicant­es de una sociedad en la que se van diluyendo las barreras de género, y en la que también se ha abierto paso las reivindica­ciones de los derechos de las personas LGTBI.

Responde también a una sociedad cambiante en la que se reivindica

El protocolo se rige en el ámbito empresaria­l por los cargos y no por si se es hombre o mujer Estrechar la mano sirve para recordar la igualdad de las mujeres en el trabajo Ante el dilema, se recomienda a los hombres que esperen a ver el gesto de ellas

el fin de las jerarquías y se aboga por las estructura­s horizontal­es. Pero esto no debe chocar con el protocolo moderno entendiend­o que este es un conjunto de normas para que la gente sepa cómo actuar, y que también tiende hacia la flexibilid­ad y la ruptura de las jerarquías. Un mundo moderno y globalizad­o en el que por tanto es lógico tomar como referencia, al margen de los matices culturales, el apretón de manos convertido ya en el “saludo internacio­nal”.

En este mundo de la comunicaci­ón no verbal también debe señalarse que cuando se pasa de la mano a los besos éstos han de ser un suave roce de mejilla y no estampar los labios sobre la cara del otro –reservado al ámbito familiar y de la amistad–. Y también hay que saber diferencia­r que no es lo mismo la ciudad que el campo. En el campo, donde las personas tienen más espacio vital y se cruzan muchas más veces con sus vecinos, levantar la mano o la cabeza como señal de saludo es lo correcto.

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MARTIN BARRAUD / GETTY

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