La Vanguardia

La voz de los ‘millennial­s’

Un estudio internacio­nal analiza la relación de los jovenes con los partidos y su forma de hacer política

- IÑAKI ELLAKURÍA Barcelona

Analizados y cortejados por las marcas multinacio­nales, los

millennial­s, jóvenes entre 16 y 35 años, mayoritari­amente urbanos y considerad­os la primera generación de nativos digitales, se han convertido también en objeto de deseo de los partidos políticos. No es para menos: en España ya son ocho millones –el 18% de la población–, en Europa suman 51 millones, en Estados Unidos unos 83 millones, y en 2025 se calcula que la “generación del milenio” representa­rá el 70% de las personas en edad laboral.

En sus manos no sólo estará, pues, la decisión de hundir o impulsar el último gadget, red social o prenda deportiva, de marcar los futuros hábitos de consumo y estructura­s morales, también decidirán las nuevas mayorías políticas del siglo XXI.

Su efecto ya se ha empezado a notar en las urnas: los votos de los

millenials fueron decisivos en las victorias de Barack Obama en las elecciones de Estados Unidos, así como la irrupción en el mapa político español de Podemos y Ciudadanos, rompiendo los cimientos del bipartidis­mo. Y el pasado jueves en el Reino Unido, la movilizaci­ón de los jóvenes británicos, en su particular venganza por el brexit, impulsó a los laboristas y envió al rincón de pensar a Theresa May.

Con el deseo de entender mejor el comportami­ento y la relación de los millennial­s con la política, la primera generación que tiene un pie en el mundo digital y otro en el analógico junto a sus hermanos mayores –la denostada generación X– padres y abuelos, la Fundación Felipe González ha participad­o en el proyecto internacio­nal de la Foundation For European Progressiv­e Studies y el Center For American Progress, con encuestas entre 16 y 35 años en 24 países. En España se realizó una encuesta online a más de 1.000 jóvenes y un diálogo con otros cuarenta a lo largo de una semana.

La primera conclusión de este ambicioso estudio es la distancia que mantienen estos jóvenes con las formas tradiciona­les de hacer y consumir política. El 32% dice estar poco interesado en la política, un 19% nada interesado, bastante interesado el 33%, y el 16% muy interesado. Unos resultados parecidos a la de los millennial­s alemanes, el 20% de los cuales se declara muy interesado, en Italia (19%), Austria (18%) y Estados Unidos un (16%).

Para Rocío Martínez Sampere, directora de la Fundación Felipe González, el estudio demuestra que “los jóvenes se han vuelto a interesar por la política pero no en los políticos”. Ven a los dirigentes actuales muy alejados de su realidad y de su generación. Una brecha de edades cuya incidencia en las urnas anticipó Jaime Miquel en La Perestroik­a de Felipe VI (RBA). El 78% de los millennial­s, por ejemplo, cree que sus opiniones son directamen­te ignoradas por la mayoría de los políticos y el 69% siente que las clases dirigentes se preocupan sobre todo por las personas mayores.

“Si un joven puede beneficiar­se del trabajo de un político, ese joven prestará atención a lo que le tienen que decir”, señala uno de los encuestado­s.

Esta desconfian­za general con los políticos es una de las diferencia­s que el estudio muestra entre los millennial­s españoles y sus comerosos etáneos de otros países. Si sólo el 21% de los encuestado­s españoles cree que los políticos quieren el mejor futuro posible para los jóvenes, en Alemania los que confían en la clase dirigente llega al 97%, Turquía 79%, Noruega 78%, y en Italia 27%. “Los jóvenes muestran poco interés porque desde una edad temprana siempre han visto corrupción, mentiras, acciones erróneas, no tienen esperanza de que nada cambie”, es una de las reflexione­s de una joven española que recoge el estudio.

Pero sería un error pensar que este distanciam­iento con la política convencion­al se debe al pasotismo o una voluntaria dejación de funciones –como abonan los nureunione­s tópicos– ya que los millennial­s, que en un 86% se declaran felices, se muestran activos y preocupado­s por cuestiones económicas, sociales o medioambie­ntales. En cambio, las principale­s causas de su descontent­o con la política pueden ser compartida­s con otras generacion­es mas veteranas de votantes: la corrupción, las promesas incumplida­s, la distancia entre las necesidade­s y problemas reales de los ciudadanos.

Aquí acaban las semejanzas intergener­acionales. Hijos de la modernidad líquida que diseccionó Zygmunt Bauman, afrontan su relación y obligacion­es con la sociedad y su militancia ideológica de una forma diferente a la de sus padres, menos convencion­al, menos institucio­nal, sin tantas deudas pretéritas. Casi como un acto más de consumo.

Les caracteriz­a también ver en las redes sociales un espacio imprescind­ible de comunicaci­ón y movilizaci­ón, prefieren participar en manifestac­iones y protestas (26%) en la calle, un ejemplo paradigmát­ico sería la ocupación de las plazas por parte de los Indignados en mayo de 2011, que acudir a Los ‘millennial­s’ españoles desconfían más de los políticos que los jovenes de otros países occidental­es políticas y mítines a la vieja usanza (6%). Y pese a ello, el 85% sostiene que irá votar.

Entre sus reclamacio­nes a los políticos: una política más “femenina”, con una mayor participac­ión de la mujer en puestos dirigentes, con partidos menos jerarquiza­dos, más porosos y donde se les permita participar en la configurac­ión de los programas electorale­s. Con todo, admiten mayor cercanía con los dirigentes más jovenes, como Alberto Garzón (IU) y Pablo Iglesias (Podemos) por su forma de comunicar.

En este sentido, creen que Podemos y Ciudadanos tenderán a crecer, mientras PSOE y PP irán perdiendo votos y relevancia si no saben adaptarse a las nuevas formas de hacer política que reclaman los millennial­s.

Avisados están.

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LUIS TATO Un grupo de jóvenes en el festival Primavera Sound de Barcelona

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