Firmas habituales
Las cartas de los lectores son una seña de identidad de La Vanguardia desde el nacimiento del diario, en 1881. Al comienzo se publicaban entremezcladas con otros temas y alguna llegó a aparecer en portada. Fue el 12 de marzo de 1966 cuando empezó a publicarse la sección de Cartas que hoy conocemos y, el año pasado, con motivo del cincuentenario, Pau Baquero, Marga Soler, Elena Castells y Marta Forn, integrantes de la sección de Opinión, narraron en un reportaje algunas de las curiosidades, anécdotas y también informaciones periodísticas de calado que, nacidas de las cartas de los lectores, forman parte de la historia de nuestro periódico.
En este año cumplido que llevo como Defensor, también he recibido quejas referidas al ámbito de las propias cartas. Una parte, como es fácil de comprender, planteaban el malestar de quienes no vieron publicado el texto enviado que, a juicio del remitente, era del máximo interés. Otras, y de ahí el artículo de hoy, preguntaban por qué hay una serie de firmantes que aparecen con notable asiduidad.
Esta misma semana, el suscriptor Pere Bernadí, en amena conversación telefónica, me citó con nombres y apellidos a los lectores que publican cartas más a menudo, así que he preguntado a la sección por esta circunstancia. La respuesta de Opinión ha sido larga, pero tan detallada respecto del funcionamiento y criterios que me parece importante reproducirla:
“Cada día recibimos cerca de un centenar de mails, de los cuales unos 40 contienen cartas que se ciñen a los requisitos establecidos, es decir, no sobrepasan los 1.000 caracteres con espacios y están identificadas con los datos personales. A esto hay que añadir las que llegan por correo ordinario, que pueden ser una docena a la semana. De todo este volumen, cada día se seleccionan entre siete y nueve para publicar de lunes a viernes. El fin de semana la sección ocupa dos páginas, por lo que las cartas elegidas pueden alcanzar la docena en un día. En total, La Vanguardia publica cada semana entre 55 y 70 cartas de los lectores”.
“En la sección nos encontramos con escribientes de cartas ‘profesionales’ –explican los compañeros de Opinión-. Son personas –menos de diez– que nos envían una carta cada día o cada dos días. Acostumbran a ser cartas que tratan temas de actualidad, bien argumentadas y que se ciñen a los criterios fijados por el diario. Es fácil elegirlas, pero intentamos aplicar una cierta periodicidad para dar voz al mayor número posible de lectores. Hay lectores que envían 30 cartas al mes y quizás acaban publicando tres o cuatro en ese período”.
“Entre los criterios de selección prima la actualidad y el interés general –añade la respuesta-. Por el contrario, quedan excluidas las cartas con mentiras o tergiversaciones y las cartas con contenidos que puedan perjudicar a terceras personas”.
Los lectores que envían quejas al Defensor por no haber visto publicada su carta aluden en ocasiones a una posible “censura”. No hay tal, doy fe de ello. Es posible que una carta interesante quede excluida por su irresumible extensión, pero nunca porque defienda unas ideas u otras.
Seguramente les hará gracia saber que esa referencia a la supuesta censura también me la hizo llegar uno de los lectores que más cartas publica. Tras no ver su firma durante varios días, el asiduo remitente me envió un mail para quejarse, textualmente, de que “esta sección ya no es lo que era”. No le di la razón, así que mi respuesta tampoco resultó de su agrado.
La sección de Opinión explica los criterios de selección de las cartas y la razón por la que hay lectores que publican con notable asiduidad