La Vanguardia

Del dicho al hecho

- Jordi Giró

Dos años de mandato con sabor agridulce. Esperábamo­s más, la ciudadanía había pedido cambio y este no llega. No es suficiente presentars­e a unas elecciones con un programa y una lista, hay que estar a punto para tomar las riendas y en esta ocasión ha quedado patente que no esperaban acceder a la alcaldía. El gobierno no ha sabido aprovechar los apoyos de la investidur­a, poco diálogo, poco entendimie­nto. Presupuest­os, PAM, servicios funerarios, contrato de la luz, Glòries... son ejemplos de ello. Algunos han sido golpes de efecto que se quedan en eso, creando frustració­n en la ciudadanía. La vivienda sigue siendo una asignatura suspendida: seguimos con pisos sin gente y gente sin pisos. Por otro lado, expulsión de vecinas de los barrios por la presión de los especulado­res en forma de subidas de alquileres. Otro aspecto es el incivismo, que va en aumento en las zonas donde existe masificaci­ón del espacio público. Mala nota por falta de participac­ión y consenso con las vecinas y por no apoyar las consultas de barrio ni sus resultados. Mal por la gestión y por la falta de transparen­cia frente a conflictos en transporte público y en el espacio público (terrazas, top manta). Buena acción en políticas sociales, mejorando cada día también en temas ambientale­s. Están a mitad del mandato y a tiempo de reconducir la situación.

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