Del dicho al hecho
Dos años de mandato con sabor agridulce. Esperábamos más, la ciudadanía había pedido cambio y este no llega. No es suficiente presentarse a unas elecciones con un programa y una lista, hay que estar a punto para tomar las riendas y en esta ocasión ha quedado patente que no esperaban acceder a la alcaldía. El gobierno no ha sabido aprovechar los apoyos de la investidura, poco diálogo, poco entendimiento. Presupuestos, PAM, servicios funerarios, contrato de la luz, Glòries... son ejemplos de ello. Algunos han sido golpes de efecto que se quedan en eso, creando frustración en la ciudadanía. La vivienda sigue siendo una asignatura suspendida: seguimos con pisos sin gente y gente sin pisos. Por otro lado, expulsión de vecinas de los barrios por la presión de los especuladores en forma de subidas de alquileres. Otro aspecto es el incivismo, que va en aumento en las zonas donde existe masificación del espacio público. Mala nota por falta de participación y consenso con las vecinas y por no apoyar las consultas de barrio ni sus resultados. Mal por la gestión y por la falta de transparencia frente a conflictos en transporte público y en el espacio público (terrazas, top manta). Buena acción en políticas sociales, mejorando cada día también en temas ambientales. Están a mitad del mandato y a tiempo de reconducir la situación.