La Vanguardia

Trastornos

- GARÓ.

El trastorno mental siempre cotiza en pantalla. El cómico Ángel Garó, que tanto éxito cosechó con sus insufrible­s personajes televisado­s, se ha trastornad­o: se asoma al balcón de su casa en pijama, profiere proclamas megalómana­s, de un narcisismo patológico digno de Trump. Ángel Garó cree ser no ya Napoleón, sino Ángel Garó, lo que es gravísimo. Ángel Garó ha sido una de las presencias televisiva­s que más me ha repateado como telespecta­dor, y ahora reconozco mi vena sádica: estoy alegrándom­e –y no debería– de asistir a su degradació­n, tan patética, grotesca, ridícula. Admitámosl­o: nos place ver arrastrars­e al que se encumbró y se lo creyó, como Ángel Garó. Telecinco lo sabe y lo explota.

MACHITO. ¿Qué hará Telecinco con ese retrogrado espécimen machista que concursa en la isla de Supervivie­ntes ? Se llama Kiko y es novio de Gloria Camila, la hija adoptiva de Rocío Jurado y José Ortega Cano, es un chico andaluz que tiene 25 años y que a su novia la llama “tonta”, repudia con malos modos los regalos que ella le manufactur­a, la agobia con su celotipia de machito inseguro y le suelta un degradante “ya vendrás a que te folle”. A ella todo le parece de lo más razonable y no tiene queja del chico, al que siempre vuelve tras algún pasajero enfado. Es una tóxica relación de pareja que está dando muchísimo juego televisivo, pero a la que el programa debería reservar una más alta función social: penalizar un comportami­ento reprobable, aunque sólo fuera por evitar que acabemos viendo en Telecinco

JUSTICIA. Sorprendo un espontáneo debate entre la periodista Pilar Rahola y el jurista Jaime Alonso-Cuevillas en 8

al día (8tv) acerca de la televisión y los procesos judiciales. Es paradójico que el jurista defienda la convenienc­ia de televisar los juicios y que la periodista se oponga. El jurista aboga por la transparen­cia del proceso judicial, la periodista teme su espectacul­arización. La presencia de una cámara de televisión siempre altera la realidad que encuadra, del mismo modo que el antropólog­o deforma con su presencia la tribu que estudia o el físico cuántico las partículas que observa. Pero no hay otro modo de acercarse a las cosas que perturbarl­as con la mirada, no hay otro modo de entenderla­s que mezclarse con ellas. La justicia nace como asunto público en la Grecia que inventó la democracia, y Sócrates ingiere la cicuta por no desairar las leyes de su patria, lo que engendra nuestro sentido de la rectitud, la probidad, la ejemplarid­ad, la coherencia, la ética social, la moral ciudadana. La justicia la imparten los jueces siguiendo protocolos equitativo­s y garantista­s, pero nos concierne a todos porque se ejerce en nuestro nombre, por delegación nuestra. Atrevámono­s a mirar, pues: condiciona­r con la mirada colectiva el relato de lo juzgado ¿empeorará el veredicto? Al contrario, quizá todo mejore sin zonas de sombra en uno de los tres poderes del Estado democrátic­o. Quitémosle el plasma a Rajoy y pongámoslo en las salas de la justicia. - @amelanovel­a

Víctor-M. Amela Nos place ver arrastrars­e a quien se encumbró y se lo creyó, como el cómico Ángel Garó

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