Dimitiendo

Me sorprendió encontrar en un aeropuerto por el mundo un periódico del futuro. Lo normal es que haya periódicos internacionales del día anterior. Pero este llevaba fecha del 15 de septiembre de 2017. Se notaba que alguien se lo había dejado, pero la gran noticia en portada y en la mayor parte de las páginas del periódico era la reciente dimisión de Donald Trump. Había cogido por sorpresa a todo el mundo porque además tenía previsto un calendario de visitas de presidentes de distintos países y reuniones internacionales. Parecía que Donald Trump se hartó de que todo le saliera mal, de ser siempre noticia negativa en la prensa, y de que cualquier gesto suyo, como sonreír a alguien o mirarle despectivamente, fuese fotografiado y apareciese en los medios con comentarios bromeando a su costa.

Había un par de artículos de expertos en política bastante neutrales que iban en esa dirección. Trump había sido un gran empresario en el sector inmobiliario y eso implicaba tener muchos más éxitos que fracasos. El trabajo podía llevarse discretamente y controlando la información que se quería difundir. Pero al pasarse a la política, no sólo se dejaba de ganar dinero sino que las cosas más normales para él se convertían casi en crímenes. Se le ocurrió que una hija suya podría ayudarle en ciertos temas (y así controlar mejor su confidencialidad) y le dijo que se viniese a trabajar en la Casa Blanca. En su empresa eso hubiese sido absolutamente normal. Pero en su condición de presidente el tema se convirtió en un escándalo global, apareciendo en la prensa del mundo como si se llevase a casa un montón de dinero por la vía del coste de su hija o simplemente se inventase un empleo para ella.

Un artículo explicaba que en un acto público se acercaron a Trump unos empresarios importantes, se le presentaron porque no los conocía, y le dijeron que habían insistido en verle para explicarle proyectos internacionales importantes en que estaban embarcados, pero que había sido imposible conseguir una cita con él. Trump se sorprendió porque los proyectos, que le comentaron brevemente, le parecieron importantes y le gustó conocerlos. Trump, que no es tonto, se dio cuenta de que su entorno estaba manejándolo a él y decidiendo quién le veía y salía en la foto con él y quién no salía en la foto ni le veía. Cuando volvía a su casa después del acto, se dio cuenta de que le habían cambiado el coche e iba en uno nuevo de otra marca y eso que el coche anterior estaba fenomenal. De repente se dio cuenta de que no era él quien decidía. No sabía si le informaban de las cosas importantes y si la información que le daban era correcta. Le planteaban cosas para aprobar y algunas para rechazarlas. Candidatos para incorporar, promocionar o despedir en puestos de la administración pública. Personas a las que recibir. Viajes a realizar. Personajes con los que no reunirse. Cuando era empresario, él decidía todas estas cosas y valoraba sus decisiones con los resultados que conseguía. Pero ahora no entendía nada. Decidió que este no era su mundo y por eso, justificaba el autor del artículo, dimitió y se volvió a su mundo inmobiliario.

Yo recordé que en una ocasión le entregué en mano a un alto cargo un sobre con una carta en donde le explicaba cómo veía yo un tema en que se estaba embarcando el gobierno. El alto cargo me sorprendió abriendo el sobre, leyendo mi carta, y diciéndome: “¿Y por qué no me envió antes esta carta?” Yo le dije: “Si se la hubiese enviado, nunca le habría llegado”. Se me quedó mirando con cara de entender el mensaje. Yo le venía a decir que, cuando llevas un año en un alto cargo político, has perdido el contacto con la realidad y te manejan tus subordinados directos, que ostentan también cargos importantes, pero necesitan tu firma. Quien no tiene alternativa, se dedica a eso pero parece que Trump se dio cuenta que como presidente de EE.UU. no aportaba nada y como empresario podía aportar mucho.

Cuando llevas un año en un alto cargo político, has perdido el contacto con la realidad